El arsénico y el boro no dejan florecer al Valle de Lluta
(El Mercurio. 21/07/2009)
Por Gabriela Bade
Están a 15 kilómetros de distancia y tienen características climáticas muy parecidas. Pero el Valle de Azapa es próspero y constituye la base de la economía de la XV Región de Arica y Parinacota, mientras que el Valle de Lluta, un poco más al norte, no logra sacarle provecho a la tierra debido a la mala calidad de sus aguas.
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Un estudio hecho por el Departamento de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Católica se propone encontrar fórmulas para ayudar a la región a ampliar las posibilidades productivas de Lluta. Porque “la salinidad del agua disponible para riego afecta a los cultivos, porque no permite el crecimiento de aquellos de alta rentabilidad y limita la productividad de los que ya existen”, explica Gonzalo Pizarro, ingeniero civil y líder de la investigación.
Tras dos años de trabajo, los ingenieros encontraron a los principales responsables. Dos afluentes del Lluta, los ríos Azufre y Colpita, “aportan del 86% del arsénico total de la cuenca, además de altas concentraciones de boro”, explica Pizarro.
Las propuestas
El problema de la mala calidad del agua es que, además, implica costos muy altos para generar agua potable. Esto amplifica el conflicto de Lluta, pues les cuesta cuatro veces más hacer producir sus tierras respecto de Azapa.
Debido a esto, en el año 2006 se constituyó una mesa del agua para buscar soluciones. Entre los caminos que ahí se iniciaron, surgió este estudio encargado por la Dirección General de Aguas.
¿Y cuál es la propuesta UC? “Aprovechar los pocos recursos de buena calidad que existen en la zona alta de la cuenca”, por una parte. O pensar en alternativas “de abatimiento”, que consisten en remover selectivamente los contaminantes.
En ambos casos es perentorio conocer en detalle los contaminantes que contienen las aguas y generar un modelo de predicción de los cambios que éstos tendrían si se varían otros parámetros químicos. Es decir, se necesita más tiempo.
Pizarro calcula que demoraría tres años realizar un análisis detallado de la zona en torno al río Azufre, a 4 mil 500 metros de altura, y desarrollar tecnologías innovadoras de control de la contaminación. Luego habría que repetir ese trabajo en Colpitas.
“Si a través de las tecnologías de control de contaminantes se lograra reducir un 30% de la conductividad (parámetro asociado a la concentración de sales disueltas), estimamos que los rendimientos de los cultivos podrían aumentar entre un 10 y un 35%”, asegura el ingeniero.
El embalse
Uno de los planes más antiguos para la zona es la creación de un embalse: Chironta. Este año esa opción parece más cerca que nunca. El objetivo es acumular el agua que viene de las crecidas del invierno boliviano. Pero el embalse tiene un problema y es que se acumularían “metales tóxicos que podrían empeorar las condiciones de calidad del agua río abajo”, dice Pizarro. Por eso, el estudio UC enfatiza la necesidad de conocer las especies químicas involucradas y su reactividad, para definir un modelo geoquímico idóneo para la zona