Museo de la Independencia revive en esplendor
(El Mercurio. 24/07/2009)
Romina de la Sotta y Fredy Aliaga
De adobe y madera es la “Casa de la Independencia” que acoge desde 1964 al Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca. Se dice que en esa casona colonial de 1790 -Monumento Nacional- Bernardo O’Higgins firmó el Acta de Juramento de la Independencia.
“El 12 de febrero de 1818, la ceremonia de juramentación de la Independencia fue presidida en Santiago por José de San Martín, y en Talca, por Bernardo O’Higgins, quien se hallaba con parte del ejército en el Maule para contener un avance realista dirigido por Mariano Osorio desde Concepción hacia la capital”, explica Alejandro Morales Yamal, director del museo. Talca fue esencial: allí se apertrechaban los patriotas al desplazarse entre Santiago y Concepción.Pero a la significativa casona le faltaba una mantención. Y la humedad y el frío hacían peligrar sus documentos y pinturas. Así que la Dibam decidió remodelarlo, con una inversión de más de $419 millones (ver recuadro), para exhibir, con una museografía renovada, decenas de obras, armas, objetos y muebles nunca antes mostrados, por falta de espacio.
Una biblioteca de 2.500 volúmenes, que pasó años en bodega, fue catalogada. Y también vuelven a deslumbrar sus más de 500 pinturas y 30 esculturas. Entre las preferidas del público están “La mesa revuelta”, de Federico Rojas Labarca; “El taimado”, de Pedro Lira; “Las playeras”, de Celia Castro, o “La vendimia”, de Arturo Gordon, y otras de Laureano Guevara y Gil de Castro.
También, sus más de cien reliquias de la Guerra del Pacífico, entre las que se cuentan un cañón Krupp, fusiles, bayonetas, sables e incluso un maletín quirúrgico utilizado en el conflicto. Es que la ciudad tiene memoria. “Los jóvenes talquinos se enrolaron en el Batallón Talca, la última unidad militar que abandonó Lima tras la ocupación chilena”, dice Morales.
El museo ofrece además bienes arqueológicos -petroglifos y puntas de flecha- y mobiliario de figuras claves de la República como Javiera Carrera y Juan Martínez de Rozas. Pero también invita a revivir el refrán “Talca, París y Londres”, según describe Morales: “Contamos con un archivo fotográfico que da cuenta de la evolución urbana de Talca y su gente, poseemos mapas y planos del Maule y Talca, así como también mobiliario y objetos de casa que nos dan cuenta de la forma de vivir de la elite local durante el siglo XIX”.
Otras joyas son manuscritos firmados por prohombres como José Miguel Carrera y Arturo Prat, además de documentos referentes a O’Higgins: una reproducción de las observaciones que hizo en Talca a la primera versión del Acta de la Independencia, y su acta de bautismo, además de un diploma que Perú le dio a O’Higgins. “El documento reconoce su labor y protagonismo en pos de la Independencia, a través de la organización de la Expedición Libertadora del Perú”, dice Nivia Palma, directora de la Dibam, quien agrega que “estamos desacralizando nuestros museos, construyendo nuevos guiones, y nuevas estéticas para que la gente se encuentre con su historia y sus objetos patrimoniales”.
VISITAS
Hasta 2008, había 30 mil visitas anuales en promedio. El 60% eran delegaciones estudiantiles, muchas rurales. Con la renovación, se prevé un aumento del 20%.
$419 millones
Un año cuatro meses tomó la remodelación del Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca. La Dibam invirtió sobre $254 millones, los que se sumaron a un Fondo de Desarrollo Regional por más de $165 millones. Se repararon techumbres, pisos, puertas y fachada; se renovaron las redes eléctricas, de alcantarillado y agua potable, y se climatizaron sus 11 salas. El museo tiene un área total de 1.600 m {+2} y dos mil objetos.