Columna – Buena noticia en materia ambiental

(La Tercera. 05/08/2009)

POR MARCELO MENA

Chile ha dado un paso importante para enfrentar la contaminación atmosférica en su fracción más fina (el PM 2,5) con la aprobación de un anteproyecto que establece una norma para regularlo. El PM 2,5 proviene de los procesos de combustión, tanto en su forma primaria (directamente de chimeneas o tubos de escapes) o secundaria (emisión de los precursores SO2, NOx o compuestos orgánicos volátiles).

En EEUU se ha documentado que las rebajas de PM 2,5 que lograron las ciudades más contaminadas han mejorado la expectativa de vida de sus habitantes en alrededor de dos años. Para Chile, los costos no representarán más del 3% al 6% del gasto en salud del país (privado y público), y los beneficios serán aproximadamente seis veces más que el costo. La preocupación del sector industrial por esta norma es esperable. Sin embargo, debemos tener en cuenta que son todos los sectores los que estarán afectos a la regulación.

Dejar de regular implicaría que el Estado corra con costos de salud importantes, o incluso nosotros mismos como privados. Al año se evitarán 4.900 muertes (el doble de los fallecidos en accidente de tránsito), 110 mil ataques de asma y cerca de 900 mil días de trabajo perdido.

La norma demoró, porque era necesario recopilar antecedentes de las concentraciones a nivel nacional. La entrada en vigencia el 2012 permitirá tres años de medición para cada ciudad, y así poder decretar si la norma se supera. La gradualidad de 25, 20 y 10 microgramos -este último nivel para el año 2032-por metro cúbico es una forma de balancear los costos y beneficios, aunque no se debe perder de vista que probablemente la OMS y EEUU rebajarán su norma anual, por lo que puede que nuestras metas finales tengan un retraso innecesario.

Implementar la norma será un desafío que requerirá de un plan de disminución de PM primario y de sus precursores. EEUU logró grandes avances al regular las emisiones de las termoeléctricas y fundiciones. Por ejemplo, ciudades como Pittsburgh o Cleveland mejoraron notoriamente su calidad de aire al disminuir fuertemente las emisiones de óxidos de nitrógeno y azufre. En Denver se avanzó al prohibir el uso de estufas a leña. En Japón, en tanto, se redujeron los niveles de contaminación al implementar un plan de disminución de emisiones de vehículos diesel (camiones, buses, e incluso autos antiguos).

Considerando la importancia de la leña como fuente primaria de energía, sobre todo en el sur de Chile, se requiere un enfoque transversal: disminuir las emisiones en calefactores a leña, tanto como mejorar los estándares de aislamiento de las viviendas. Además, considerando el aumento proyectado de la generación termoeléctrica, particularmente de carbón, es importante que estas centrales minimicen sus emisiones.

Hace 20 años, como país no tratábamos las aguas servidas. Hoy tratamos más del 90% de éstas y el aumento de la cuenta del agua fue menos del 40%, bajo en comparación con otros gastos. Es hora de replicar nuestros avances en materia de aguas en el aire. Desde 1989 hemos reducido nuestro PM 2,5 anual de 69 a 32 microgramos por metro cúbico, al mismo tiempo que nuestro producto geográfico bruto más que se duplicó. Así, tendremos que redoblar los esfuerzos.

El Estado, como principal beneficiario económico de la norma, deberá verla como una inversión social. Tendrá que generar una serie de instrumentos regulatorios asociados a incentivos económicos. ¿Cómo se verá Chile cumpliendo la norma de PM 2,5? Partamos con que se verá la cordillera, por lo menos. Y tendremos a nuestros niños y viejos respirando tranquilos.