Carta – Embalses
(El Mercurio. 25/08/2009)
Señor Director:
Me refiero a la carta del señor Pablo Valenzuela, publicada el domingo 23 en su prestigioso diario. Él desea rebatir, sin buenos argumentos, a Máximo Honorato, ex presidente del Colegio de Ingenieros de Chile, y no lo logra. Pienso que quizás su recorrido por esos lugares no llegó hasta el sector de las represas Pangue y Ralco. En cambio, con mis 87 años, recuerdo que mi primer viaje al Alto Biobío fue por allá por el año 1945, en el lugar en donde se encuentran ubicadas ambas represas, es decir, hace 64 años.
Ambas riberas del Biobío presentaban un desolador aspecto. Casi sin ninguna vegetación y las laderas fuertemente erosionadas. Sin bosques naturales en las faldas de la cordillera, que habían sido devastadas por la acción de las empresas madereras por más de dos siglos. Las tierras de las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán, unas pocas hectáreas, estaban ubicadas en esos bordes del río.
Seguí visitando esa zona por largos años, y conocí como se construían Pangue y luego Ralco. El paisaje hoy día en torno al lago Pangue ha cambiado radicalmente. Desde los bordes del lago hacia los cerros se ha regenerado la foresta nativa. En pocos años, en torno al embalse Ralco también habrá renacido el bosque nativo.
Las horribles laderas del Biobío están hoy día bajo el agua, y no se ven ni molestan la visión del precioso paisaje en torno al embalse Ralco que se ha generado.
Alberto Levy Widmer
Ingeniero Civil – Agricultor