Columna – La ciudad contra los narcos
(El Mercurio. 30/08/2009)
Por Pablo Allard
La policía de Río de Janeiro muestra con orgullo la reciente compra de dos helicópteros con los que han amedrentado a los capos de la droga. El plan de intervención ha liberado a la fecha a dos favelas de los narcos, pero a costa de un baño de sangre que el 2007 sumó 1.300 muertes a manos de la policía. Gracias a Dios en Chile estamos lejos de esta pesadilla. Pero ello no alivia la impotencia que viven a diario los honestos habitantes de enclaves como La Legua Emergencia, capturados por carteles que disponen de sus vidas, como Evangelina Rodríguez, asesinada en medio de una balacera mientras acompañaba a su hija al paradero.
En 2006 Interior y el Serviu iniciaron un plan de intervención que incluye modificar la estructura urbana de La Legua Emergencia. El diseño urbano incide fuertemente en las actividades de un barrio. Un mal diseño de calles y edificaciones puede eventualmente favorecer actividades delictuales tales como el narcotráfico.
Caso patente es La Legua Emergencia, donde una estructura de largos pasajes ciegos, de edificaciones compactas y densas permite alos carteles operar un imbricado sistema de laberintos, arsenales y casas de seguridad que hace imposible un allanamiento.
No sólo la estructura urbana interna es relevante, también su ubicación estratégica en la ciudad. Según especialistas como Sabatini, ubicaciones en áreas pericentrales, cercanas a vías expeditas y con buena conectividad, favorecerían la función logística de distribución de la droga o reducción de especies, similar a lo que pasa con la industria del retail, y si bien la evidencia no es concluyente, basta confirmar que La Legua colinda con el centro de distribución de la principal embotelladora de gaseosas en Chile. Claramente estamos ante un escenario en el cual la forma de erradicar estos carteles va de la mano de romper con la estructura urbana de pasajes y por otro competir por el suelo de manera que pierdan sus localizaciones estratégicas.
La decisión anunciada esta semana por el gobierno y el alcalde de San Joaquín Sergio Echeverría, de invertir más de US$ 3 millones para ampliar la calle Mataveri, entre Venecia y Santa Rosa, expropiar cerca de 67 viviendas -muchas tomadas por los narcos- abriendo una nueva calle al fondo de los pasajes, generará una condición de conectividad, exposición e integración urbana que hará imposible la operación de los narcos en el sector. Vemos con optimismo el futuro del plan, pero advertimos que no basta con buldozers y policías. Hay que considerar la base económica de estas comunidades, hasta hoy involuntariamente imbricada con las actividades de los carteles. Es clave un plan de apoyo a la comunidad, que permita generar nuevas instancias de asociación como clubes deportivos, grupos de emprendimiento y organizaciones vecinales, que pongan en relevancia la riqueza cultural de La Legua y los ayuden en tan difícil transición.
Tenemos que apoyar con fuerza estas iniciativas, de manera que sigamos invirtiendo en ciudad y comunidad, antes que terminemos atacando nuestros barrios con armamento de guerra como nuestros vecinos cariocas.