La cultura del ciclismo urbano quiere revolucionar las calles
(El Mercurio. 05/09/2009)
Gabriela Bade
¿Pedalear para llegar al trabajo? Suena demasiado complicado: la transpiración, el tiempo, el cansancio, la inseguridad. “Son mitos”. Es lo que cualquier ciclista urbano podría decir. Ellos hacen todos sus desplazamientos dentro de la ciudad fundamentalmente arriba de una bicicleta y aseguran que todo lo bueno que tiene pedalear no se compara con unas pocas incomodidades.
“Mi enamoramiento con la bicicleta parte de una estafa que sufrí hace cinco años. Sólo tenía deudas. Y, en mi necesidad de gastar poco, me compré una en el mercado persa. Al principio la usé con mucho temor, porque no había tomado una desde los 10 años. Luego fui relajándome de a poco y ahora me manejo fantástico en toda la ciudad”.
La que habla es Amarilis Horta, tiene 52 años y es doctora en filosofía. Ella es el motor de Bicicultura, uno de los movimientos más activos que promueven el uso de la bicicleta en la ciudad y que ayer inauguró su cuarto festival en Santiago. Se trata de un mes de actividades donde confluye la mayoría de los grupos que trabajan por esta misma causa.
En Chile ya hay a lo menos una decena de grupos organizados. La mayoría, con distintos énfasis, quiere lo mismo: ciudades más amables, más ecológicas, más sustentables, menos contaminadas. Y, de paso, romper con el sedentarismo, aprovechando el mismo tiempo que hoy se pierde arriba de los vehículos motorizados pedaleando unos cuantos kilómetros diarios.
Varios de ellos están unidos en “El pacto por la bicicleta”, que está juntando firmas para pedir una ley que mejore la infraestructura en las calles en pro de los ciclistas urbanos. Ya llevan más de 22 mil.
“En países como Holanda, donde la bicicultura es cotidiana, se implementaron políticas concretas para que así fuera”, agrega Amarilis.
Grupos en acción
En Macleta están preocupadas también por las políticas públicas. Este grupo formado por mujeres profesionales jóvenes está haciendo un estudio para saber por qué ellas usan menos que los hombres la bicicleta en Santiago.
El principal interés de Macleta, en todo caso, es trabajar en la educación sobre la bicicleta dirigida al género femenino. Incluso, tienen una escuela para enseñarles a pedalear a las que no saben y quitarles el miedo a las que sí saben. “Por ahora ese proyecto no está en funciones, por falta de financiamiento, aunque queremos reabrirlo pronto”, afirma la kinesióloga Andrea Cortínez, coordinadora de Macleta.
“Arriba e la chancha” es otro grupo clásico del pedaleo urbano. Son cinco socios estables y una red de colaboradores. “Cumplimos nueve años en agosto. Nos hemos dedicado, más que a promover la bicicleta, a fortalecer los derechos de movilidad de las personas. Hoy esos están vulnerados, porque sólo te puedes mover en auto”, dice Claudio Olivares.
“Arriba e la chancha” tiene un trabajo muy fuerte en internet, con tres páginas web muy visitadas. Además, cuentan con un taller comunitario en el que se capacita gratuitamente a las personas. Está en San Isidro 672 y los interesados se juntan todos los viernes, entre las siete y media de la tarde y las diez de la noche.
Pero no todo es amor al arte. Ahí está la empresa de turismo La Bicicleta Verde, que hace tours por Santiago en dos ruedas. “Tenemos la obsesión de que Santiago es perfecta para andar en bicicleta. Nosotros queremos mostrar la ciudad desde dentro. En bicicleta sentimos que el turista es parte de todas las dinámicas que están pasando en la ciudad”, dice Joel Martínez, abogado y socio fundador del proyecto.
La Bicicleta Verde hace tours recorriendo de día y de noche la ciudad. El primero pasa por el barrio Bellavista, el cerro San Cristóbal, Patronato y remata en La Vega, con un jugo de frutas o un chocolate caliente, dependiendo de la época. Cuesta $15.000. El nocturno baja por el Parque Bicentenario hasta Providencia, siempre por la ribera sur del río Mapocho. Cuesta $30 mil y remata con un pisco sour en un restaurante.
Ambos paseos con bici incluida, obvio.
Vía libre
Los domingos en la mañana son para que la gente se tome las calles, de acuerdo con el proyecto de Gonzalo Stierling, CicloRecreoVía. Este proyecto funciona en La Reina y Las Condes. En la primera comuna, un circuito de 3,7 km entre Manquehue con Bilbao y Loreley con Alcalá de Henares se cierra al tráfico vehicular entre las 9 de la mañana y las dos de la tarde. En Las Condes, son 2,6 km desde Sánchez Fontecilla con Bilbao, hasta Isidora Goyenechea con El Bosque.