Columna – Mim: tan lejos tan cerca
(La Tercera. 20/09/2009)
Por Pablo Allard
Quienes tenemos hijos escolares y hemos visitado el Museo Interactivo el Mirador (MIM), ubicado en el Parque Brasil, comuna de La Granja, compartimos el orgullo de contar con un centro de difusión de ciencias para niños de primer nivel.
Tanto su arquitectura como diseño interior y curatorial no tienen nada que envidiar al Children’s Museum de Boston, el Papalote de México y otros referentes mundiales. Mis hijos insisten en visitarlo, y las lecciones de física, geografía, música, óptica y tantas materias entretenidas quedan grabadas en su experiencia con más fuerza que en el mejor de los libros.
Pese a lo anterior, algo raro pasa con el MIM, y cuando uno pregunta por los principales hitos urbanos de Santiago, pasa casi inadvertido. Es como si no existiera, o sólo se revelara cuando los niños lo piden. La única explicación radica en su ubicación, y no criticamos la decisión del ex Presidente Frei (su promotor) de localizarlo en la periferia sur de Santiago, caracterizada por su déficit de equipamiento y parques, sino por su falta de presencia urbana y mala conectividad local.
En ese sentido, la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, de la mano de su director y autor del edificio del MIM, el arquitecto Juan Ignacio Baixas, desarrolló una iniciativa para abrir y conectar mejor el museo con la ciudad que lo rodea.
Baixas detectó que al norte del parque se extiende por varias cuadras la Avenida Estadio, cuyo ancho perfil y bandejón central la hacen perfecta para consolidar un bulevar que sirva de gran acceso al parque. Esa vía se extiende al norte casi hasta llegar al cruce de Vicuña Mackenna con Departamental, si no fuera por un par de sitios y edificaciones precarias que bloquean su continuidad, dejándola prácticamente ciega.
La propuesta de Baixas pasa por “abrir” esa calle hasta una nueva gran plaza, que genere un punto memorable justo en el cruce de las principales avenidas del suroriente de la capital. La operación requeriría inversiones mínimas en cuanto a eventuales expropiaciones y se complementaría con trabajos de arborización y mejoría de las calzadas que conectan el Parque Brasil con el Paradero 14 y el Plaza Vespucio, en La Florida.
Obras de “acupuntura urbana” como éstas, sin duda podrían capitalizar la gran inversión y potencial que presenta el MIM, al tiempo que integrarían la oferta de entretenimiento y cultura a la cantidad de servicios y comercio que han consolidado al sector.
Ahora que quedan pocos meses para el bicentenario y los grandes megaproyectos yacen víctimas de su propia magnificencia, bien valdría la pena rescatar al MIM con estas sutiles operaciones urbanas y ponerlo al alcance de todos, como una de las grandes infraestructuras culturales de esta celebración.