Columna – Protección patrimonial deber ético
(La Nación. 20/09/2009)
Por Felipe Harboe
Si usted quiere conocer la historia de Chile, venga a la comuna de Santiago, pero venga rápido porque cada día están destruyendo nuestra historia patrimonial. ¿Sabía usted que el Parque Forestal y el Museo de Bellas Artes fueron algunas de las obras para conmemorar el centenario de la República?
¿Sabía usted que la aristocracia y la “socialité” nacional del siglo pasado vivía en el centro de la ciudad, y que Dieciocho, Catedral, París, La Bolsa, Londres, Viel o Yungay eran algunos de los barrios donde habitaban y paseaban los fundadores de la patria?
Fue en Santiago donde el intendente Benjamín Vicuña Mackenna decidió reunir las obras originarias de Europa y crear el cerro Santa Lucía como espacio público de encuentro de la sociedad.
En Mapocho decidió crear el Mercado de Abasto y aprovechó de canalizar el río a fin de evitar las inundaciones de la zona fundadora.
Bueno, le cuento esto, porque las autoridades comunales parecieran desconocer la importancia del patrimonio histórico de la comuna, para la historia de nuestra república.
Las constantes aprobaciones de proyectos inmobiliarios en zonas tradicionalmente residenciales están acabando con las zonas patrimoniales y están condenando a la oscuridad y humedad a cientos de adultos mayores que aún habitan las casas que las vieron crecer. Torres de veinticinco pisos, con cuatro departamentos por piso, nos da un total de 100 departamentos; es decir, un promedio de 400 personas nuevas en el barrio.
¿Alguien pensó en las nuevas necesidades de educación para esos nuevos niños, o de atención de salud, o de servicios de seguridad?
¿A alguien se le ocurrió pensar que la recarga del sistema de alcantarillado los comenzaría a colapsar? ¿Alguien imaginó que al levantar un edificio de 25 pisos traería el invierno permanente a las casas del entorno? Sin luz ni sol durante el día, las antiguas casonas habitadas por personas mayores gozan de humedad permanente y frío estructural.
En fin, en general se confunde desarrollo con cemento y calidad de vida con cantidad de habitantes. Pareciera que mientras más personas vivan en una comuna, mayor es el éxito del desarrollo. No señores, no es así. Las construcciones son para albergar familias, personas con sueños, con esperanzas, con ganas de vivir y desarrollarse. La construcción no es un fin en sí mismo, es un medio para mejorar la calidad de vida de las personas.
¿Estamos cumpliendo dicha misión? Muy por el contrario, las últimas modificaciones a los instrumentos de planificación territorial apuntan en el sentido contrario. Aumentar la densidad poblacional, construcciones en altura, destrucción del concepto de barrio, disminución de áreas verdes, permisividad en instalación de actividades industriales en zonas residenciales, en fin, suma y sigue.
Hoy tenemos el imperativo ético de revisar el actual sistema de construcciones y la nula protección del patrimonio histórico en la comuna. Es hora de no ceder frente a las presiones de las inmobiliarias y tomar una firme y decidida opción por la calidad de vida de las personas por sobre la cantidad de construcciones.
Nunca más condominios desproporcionados en altura y en cantidad de departamentos, donde no hay espacios comunes y cuya construcción carece de las condiciones básicas para el buen vivir, generando la frustración de jóvenes familias que descubren el hacinamiento encubierto y la carencia de espacios para el desarrollo de sus niños. Nunca más torres que oscurezcan nuestras casonas históricas. Nunca más la desafectación de áreas verdes en pos de proyectos inmobiliarios, en fin, nunca más la destrucción de nuestro patrimonio.
Debemos ser capaces de propender a constituir a Santiago como la capital patrimonial del Chile, con circuitos turísticos que muestren nuestra identidad y origen. Donde sean los propios vecinos los que, apoyados por fondos de fomento al turismo, puedan mostrar sus viviendas, plazas y parques.
De igual forma debemos lograr la aprobación de un subsidio especial destinado a la conservación patrimonial para los edificios, viviendas, iglesias y sitios históricos de la comuna de Santiago a fin de mantener nuestra historia patrimonial.
Como medida complementaria, sugiero determinar la exención del pago de contribuciones a todos los adultos mayores de 65 años que sean propietarios de viviendas en la comuna de Santiago, para que dicho ahorro pueda ser derivado íntegramente a la mantención y conservación de sus viviendas.
Un país que se desarrolla respetando su historia, sus tradiciones y su gente es un país capaz de proyectarse al futuro con cimientos sólidos que garantizarán su evolución como sociedad y nación.