Restauran fachadas y torres de la Catedral Metropolitana
(El Mercurio. 28/09/2009)
POR GUSTAVO VILLAVICENCIO A.
Para el Tedeum del Bicentenario, el 18 de septiembre de 2010, la Catedral de Santiago lucirá un nuevo rostro. En esa fecha estará concluida la primera etapa de los trabajos de restauración que, con una inversión de 986 millones de pesos, partirán en marzo del próximo año en el templo.
La iniciativa busca reparar daños estructurales producidos por efecto de la humedad, manchas de pintura, parches en junturas y sillerías de piedra, acumulación de partículas de contaminación atmosférica y ataques biológicos.
Uno de los grandes desafíos del proyecto es la recuperación de fachadas y torres, de acuerdo a sus valores culturales. También se realizarán intervenciones secundarias, como la reintegración de elementos de hormigón armado, reposición de elementos ornamentales faltantes, cambios y reposiciones de vidrios en las ventanas de las torres (siempre manteniendo el color y la textura de los existentes), y se realizará un rediseño de los elementos de seguridad que posee la catedral.
El director del proyecto será el arquitecto Jaime Migone.
El origen
Fue Pedro de Valdivia quien ayudó a construir la primera iglesia en la Plaza de Armas: una obra de madera y con techo de paja, que sucumbió bajo las llamas tras el primer ataque a la ciudad por parte de los indios en 1541.
Esa construcción y las siguientes no miraban hacia la plaza. Debido a la forma del terreno, su fachada se abría hacia la “Calle Bartolomé Flores”, que luego pasaría a llamarse “Catedral”. La nueva iglesia fue hecha de “ladrillo de los perezosos”, llamado así porque no eran cocidos en horno sino secados al sol.
La actual Catedral
En el siglo XVIII se hizo sentir la “Ilustración”, favorable al mundo de las artes. Santiago del Nuevo Extremo estaba preparado para contar con una Catedral de importancia; así, el 3 de julio de 1747 se dio inicio a la quinta obra, que es la actual. Por primera vez la Catedral miraría hacia la plaza. Aunque la idea general pertenecía a Vásquez de Acuña, los planos profesionales fueron realizados por dos hermanos arquitectos, Pedro Vogl y Juan Hogen, jesuitas bávaros.
En 1755, el obispo Alday consagró el nuevo templo. A Monseñor Alday le fue recomendado desde Europa Joaquín Toesca, quien fue contratado para terminar la Iglesia Catedral. Toesca intentó reproducir la fachada del Templo de San Juan de Letrán (Roma). De acuerdo con esta idea, dejó intacto el frente posterior que daba a la calle Bandera. Toesca, que conocía el temor por los temblores de los chilenos, pensó en hacer sólidas vigas de cedro, los muros espesos, las pilastras y los contrafuertes monumentales. Emprendió asimismo la tarea de modernizar los altares.
En 1899, Monseñor Mariano Casanova contrató al arquitecto Ignacio Cremonesi, italiano como Toesca, quien quiso ocultar la identidad propia de la Catedral, para adecuarla a la moda de esa época, arrancando las robustas vigas de cedro talladas y doradas que formaban el templo, tapando la noble piedra con adornos de yeso. En la actualidad el último trabajo realizado al interior del Templo fue la Cripta de los Arzobispos.
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profesionales de diferentes áreas trabajan en esta primera etapa de evaluación de daños.