Editorial – El Tatio: energía y riesgos
(El Mercurio. 06/10/2009)
El incidente ocurrido en los géiseres de El Tatio, en el que, producto de los trabajos de medición de las aptitudes energéticas de la zona, se generó una fumarola artificial de unos 60 metros de altura, provocó una serie de reacciones que deben ser sopesadas con más calma que la inicialmente expresada. El hecho de que dicha fumarola fuera controlada sólo después de 26 días de ser detectada hizo que se pusiera en duda la generación eléctrica de origen geotérmico como una fuente de energía posible, básicamente por los operadores turísticos de la zona, pero también por autoridades de la región y organizaciones ambientales. Obviamente, quienes ven afectados sus intereses directos reaccionan de manera previsible en contra de las actividades causantes de ello, como ocurrió en este caso. La dificultad para controlar el fenómeno puso también en duda los reales conocimientos existentes para explotar esa fuente energética, así como permitió la aparición del fácil expediente de adjudicar los problemas al afán de lucro desmedido de la empresa privada (en este caso, en asociación con empresas públicas).
Sin embargo, es necesario reflexionar de manera más reposada antes de tomar resoluciones apresuradas acerca de este evento. En primer lugar, en este caso no se ha producido un daño ambiental irreversible, sino más bien un daño escénico, que, por lo visto, ha sido sólo transitorio. Por otra parte, la aparición de este problema obligará a la empresa que realiza las prospecciones, así como a la autoridad que fiscaliza dichos trabajos, a tomar las precauciones del caso, siguiendo en lo posible las mejores prácticas mundiales al respecto.
Todas las actividades humanas acarrean consigo un riesgo, sin lo cual es imposible avanzar en ningún campo, por la incapacidad de predecir todos los posibles resultados de una acción. Ahora bien, estos riesgos deben ser acotados y tiene que intentarse evitarlos con todo el rigor que sea posible, el que aparentemente faltó en este caso, lo que motiva incluso una investigación específica.
En el caso de la zona de El Tatio, por tratarse de un lugar de una belleza natural única en el mundo y de gran atractivo turístico, deben asumirse estándares más estrictos y riesgos más acotados.
Hay que tener presente que la mayoría de las técnicas quirúrgicas que hoy son de rutina, en algún minuto constituyeron un riesgo para quienes se sometían a ellas. El uso de gas para calefaccionar los hogares ocasionó muchos incidentes fatales, que la normativa ha ido corrigiendo con el tiempo. Del mismo modo, la incorporación de nuevas formas de generar electricidad, con energías renovables no convencionales, presenta riesgos que será necesario asumir en términos acotados si se quiere llegar a utilizarlas.
La manera fácil, pero equivocada, de minimizar dichos riesgos sería impedir el desarrollo de la energía geotérmica, pues se dejaría fuera de las opciones a esa fuente energética en el futuro.
La lección que debe sacarse de este incidente es, en primer lugar, reconocer los errores, luego establecer estándares de seguridad mayores, incorporar las mejores prácticas mundiales, y así seguir avanzando en la obtención de nuevas formas de generación de energía. La opción alternativa es reaccionar emocionalmente, paralizarse, y congelar todo intento de producir electricidad a partir de la geotermia. Esa es claramente la peor opción.