Carta – Estatua de Juan Pablo II
(La Tercera. 13/10/2009)
Señor director:
Muchas cosas son opinables respecto al emplazamiento de la estatua de Juan Pablo II y la remodelación de la plaza José Domingo Gómez Rojas, excepto una: la liviandad con que nos deshacemos de nombres y lugares tradicionales, simplemente porque olvidamos su origen.
En efecto, hemos olvidado que Gómez Rojas, estudiante de Derecho de nuestra Universidad de Chile, estaba llamado a ser otro de nuestros grandes poetas. Esa esperanza fue frustrada en 1920 por el maltrato que sufrió en un asalto al local de la Fech de la época y, luego, por los “apremios ilegítimos” en la cárcel, que lo llevaron a la muerte. Dice Neruda en sus memorias que “la repercusión de este crimen fue tan profunda y vasta como habría de ser el asesinato en Granada de Gabriel García Lorca”.
Antonio Acevedo Hernández, en 1935, prologó un libro con los principales poemas de Gómez Rojas con una semblanza singular. En ésta profetiza lo que hoy está sucediendo: “Cuando empezaba a escribir estas líneas vino a verme un estudiante y le hablé de Gómez Rojas. No lo había oído nombrar. Sólo habían pasado 13 años desde su inmolación y ya los estudiantes, a cuya falange pertenecía, lo desconocen completamente”.
Quizás para evitar eso se contruyó el parque frente a la facultad. Pero ahora vemos cómo ese parque también se va a olvidar como se olvidó al poeta. Por eso, es bueno que aparezca en el debate la voz de nuestro rector, Víctor Pérez, recordando cuándo, cómo y por qué están donde están.
Maricruz Gómez de la Torre
Profesora Facultad de Derecho Universidad de Chile