Río protegerá a turistas con muros en las vías principales para detener balas perdidas de los narcos
(El Mercurio. 16/10/2009)
Tras la elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, no quiere que nada estropee la fiesta deportiva.
Y como uno de los retos más serios tiene que ver con la seguridad de las decenas de miles de turistas que acudirán a presenciar el espectáculo, el edil ya está tomando medidas, y dispuso la construcción de murallas en los tramos más peligrosos de las principales autopistas -la Vía Amarilla, la Vía Roja y la Avenida Brasil-, según informó el diario español El Mundo, en su edición online .
Aunque el alcalde informó que las estructuras serán diseñadas para proteger a quienes viven al costado de las autopistas del ruido que producen los vehículos, el empleo de módulos de tres metros de altura hechos de concreto y acero reforzado con policarbonato delata cuál es la principal función que se persigue: proteger a los visitantes de las balas perdidas de los narcos.
En los últimos cinco años, al menos 16 viajeros han muerto a consecuencia del intercambio de disparos entre las bandas de narcotraficantes que se disputan el control del mercado.
Generalmente, los narcotraficantes no abren fuego contra los automovilistas y en muchas ocasiones son balas perdidas las que alcanzan a los conductores.
Pero para que los visitantes no tengan la sensación de que ingresan a una ciudad fortificada, la alcaldía ha pedido a un grupo de artistas que cubran la desnudez del concreto con sus pinturas y se preocupará de que al pie de las murallas crezcan flores y arbustos.
Según El Mundo, es probable que los ingenieros que elaboren el proyecto sean los mismos que a comienzos de año planificaron los muros que rodean a la favela de Doña Marta, en el cerro Corcovado, uno de los hitos más conocidos de la ciudad.
Se estima que hasta finales de este año se completará la construcción de cercos similares alrededor de otros 11 barrios marginales. Estas obras han sido muy criticadas por los propios vecinos, que las consideran un símbolo de discriminación. No ocurre lo mismo con la más reciente iniciativa, ya que todos los cariocas esperan llenarse los bolsillos gracias al turismo deportivo.