Una isla de color verde
(La Nación. 19/10/2009)
Por Cecilia Yáñez
Lavadoras, refrigeradores, cocinas y calefacción. Cualquier artefacto que requiera electricidad en Samsoe utiliza la producida con energías limpias. La experiencia ha sido tan exitosa, que sus habitantes han logrado reducir sus emisiones de CO2 en cerca de un 70% y hoy “exportan” la energía que les sobra al resto del país.
Hace doce años, el gobierno danés convocó a todos los municipios del país a un concurso de energías renovables.La idea era que cada localidad pudiera crear un modelo autosustentable de generación energética.
El mejor proyecto sería subsidiado. Muchas ciudades respondieron al reto, entre ellas varias de las muchas islas que conforman al país y precisamente fue una de éstas la que finalmente ganó: Samsoe.
Con no más de cuatro mil habitantes, esta isla ubicada a cuatro horas de la capital Copenhague (ver infografía) fue la triunfadora al presentar un sistema energético que permitió independizarse de los combustibles fósiles gracias a la producción de electricidad a partir de aerogeneradores.
En la actualidad, una veintena de molinos de viento repartidos en toda la zona dan vida a lavadoras, televisores, refrigeradores, cocinas y cuanto aparato eléctrico se necesite.
Incluso la energía que sobra la “exportan” al resto del país.
Por si fuera poco, lograron reducir sus emisiones de CO2. De las 45 mil toneladas de dióxido de carbono que producía, tras diez años de proyecto hoy están en 15 mil toneladas.
“Al principio no fue muy positivo. El proyecto no era muy conocido por la gente. Pocos sabían de las energías renovables y tampoco había proyectos anteriores. Se generaron varias dudas por desconocimiento, pero se conversó con la gente, se mostró y aceptaron. Hoy las evaluaciones posteriores hablan de un 100% de éxito”, explicó a La Nación desde Dinamarca Peter Christensen, arquitecto que ha seguido de cerca el proyecto de Samsoe y trabaja como empleado de la Academia de la Energía de Dinamarca.
A su juicio, el que las 11 turbinas eólicas en tierra y las 10 en el mar sean propiedad coparticipativa entre los habitantes de la isla, la municipalidad y las empresas eléctricas ha resultado clave en el éxito del proyecto.
Cambio de mentalidad
Ahora en la isla todas las energías que se utilizan son renovables. Para la calefacción de las casas se utiliza la energía solar y la biomasa.
De hecho, el 75% de los hogares de la isla -de 26 kilómetros de largo y 7 de ancho- lo hace con paneles solares o biomasa (quema de astillas o paja).
Christensen destacó que más allá de la cantidad subsidiada, lo importante fue el cambio en la mentalidad de las autoridades respecto de la utilización de las energías, lo que se traspasó luego a los habitantes.
Por el momento, los autos son los únicos que siguen funcionando con motores de combustión tradicional, pero ya se trabaja en prototipos verdes. Se ha intentado con biocombustibles, pero aún la idea no ha prendido, pues la comunidad todavía se ha mostrado algo reacia a cambiar sus vehículos.
“Los autos son justamente el trabajo que queda. No había tecnología en los vehículos, ahora ha llegado y estamos pensando en la electricidad. Se está investigando. Una idea es traer vehículos eléctricos”, señaló Christensen.
Ahora la isla cuenta con su propia Academia de Energía y la Oficina de Energía, que se preocupa de atender a la isla y quienes la visitan entregando información sobre sus tecnologías de energía renovables y el ahorro de energía.
En el resto del país también se hacen los esfuerzos necesarios. “Estamos bien, pero nunca tan bien”, sostuvo el arquitecto danés. Según él, en todo el país todavía falta mucho por hacer, pese a que cada vez se levantan aerogeneradores y se construyen paneles solares.
Respecto de Chile, donde estuvo recientemente de visita, dijo que faltaba por hacer “cosas más en serio” y no “tan especiales”. “Se requiere hacer una estrategia nacional de energías renovables y comprometer en ella a todo el mundo”.
El ejemplo islandés
Sus particular geografía (glaciares, volcanes y fuentes termales) permiten que Islandia sea el único país del mundo que puede afirmar que obtiene el 100% de su electricidad y calor de fuentes renovables.
Los glaciares y ríos del país están controlados para poder generar casi el 80% de las necesidades eléctricas mediante la hidroelectricidad, mientras que los campos geotérmicos proveen más del 20%.
Estos campos subterráneos, que le dan a los turistas y a los locales sus piscinas, también proveen a los islandeses con una reserva casi ilimitada y barata de agua caliente natural.
La explotación de energía geotérmica para calentar espacios públicos, junto con ahorrarle al gobierno 100 millones de dólares anuales en importaciones de combustibles fósiles, también significa menos emisiones de CO2.
La energía geotérmica usada para calentar las casas en un año equivale al calor obtenido por la quema de 646 mil toneladas de petróleo, reduciendo las emisiones nacionales de CO2 en un 40%.