Carta – Estatua de Juan Pablo II
(La Tercera. 25/10/2009)
Señor director:
La carta de Jacinto Gorosabel respecto de la estatua de Juan Pablo II en Bellavista me anima a referirme a dos conceptos fundamentales en este debate: la belleza y la participación ciudadana.
Se equivoca el autor al sostener que “frente al arte, todas las opiniones valen”. Si así fuera, las cátedras de Arquitectura, Urbanismo, Música o Bellas Artes no serían necesarias, puesto que no habría nada que enseñar, y tampoco tendría sentido el desarrollo de los cánones de orden, proporción y armonía que definen universalmente el concepto de belleza en la naturaleza y en las manifestaciones del intelecto humano a lo largo de toda la civilización.
Tales cánones también se aplican a la ciudad, que es la máxima manifestación filosófica y estética de una cultura, y es por ello que, desde la Atenas clásica en adelante, las ciudades cuentan con reglamentos y mecanismos de participación ciudadana que defiendan su belleza y bienestar. La progresiva decadencia del paisaje urbano de Santiago -su desorden edilicio, su precaria infraestructura, su pobre planificación, la publicidad sin límites- se debe sin duda a la actitud de aquellos que creen conveniente que el desarrollo de la ciudad sea fruto del oportunismo económico o, en el mejor de los casos, del azar.
Qué fuerte contraste con otras ciudades que admiramos desde lejos por bellas, donde existe una autoridad metropolitana asistida por normativas coherentes, las que por cierto incluyen procesos obligatorios de participación ciudadana.
Asimismo, es insostenible reducir la responsabilidad de la pretendida intervención a un municipio local cuando se trata de un lugar con escala y significación metropolitanos, y menos aun cuando ni la remodelación del espacio público ni la colosal estatua han sido previamente sometidos al debido escrutinio de la ciudadanía.
Sebastián Gray
Arquitecto