Captura de carbono acopia rechazos
(La Nación. 02/10/2009)
Aunque hay consenso mundial en la necesidad de reducir la emisión de gases invernadero, la mayoría de los métodos para lograrlo siguen siendo controvertidos. La Nación, 02 de noviembre 2009.
La captura y almacenamiento subterráneo de gases de efecto invernadero, en especial de dióxido de carbono, es un dudoso método para reducir la contaminación causante del recalentamiento planetario, advierten especialistas.
Científicos, ambientalistas y comunidades siguen objetando este método, que consiste en comprimir y licuar el dióxido de carbono antes de enviarlo a depósitos en la litosfera terrestre, y que se aplica hace tiempo para recuperar petróleo y gas en yacimientos en extinción.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) se ocupó de estas técnicas en 2007 y especialmente en 2005, cuando su Grupo de Trabajo III publicó un trabajo de 443 páginas.
Así, el gobierno federal alemán se vio obligado a frenar este año el proceso para aprobar una ley autorizando el secuestro y depósito de carbono en el territorio nacional, ante el descontento manifestado por las comunidades de las regiones escogidas preliminarmente para experimentar la técnica.
Tales manifestaciones han sido alimentadas por dictámenes científicos y de organizaciones ecologistas. Ya en 2006, la geóloga Gabriela von Goerne, de Greenpeace, advirtió que estas técnicas podían utilizarse como “última solución” en la lucha contra el recalentamiento global. “El objetivo prioritario para mitigar el cambio climático debe ser la reducción de emisiones de dióxido de carbono en su origen”, dijo Von Goerne. Esto implica abatir sistemáticamente el uso de combustibles fósiles -principales emisores de dióxido de carbono- en las actividades humanas.
En cambio, el uso masivo de la captura de carbono constituiría un estímulo para continuar usando combustibles fósiles, y sería un obstáculo a la expansión de las fuentes de energías renovables y limpias.
Los costos
Los costos de esta solución son variados. En las generadoras eléctricas a carbón u otros combustibles fósiles, la captura y compresión del dióxido de carbono es relativamente simple.
Pero, como los lugares previstos para el almacenamiento del gas raramente están cerca de los generadores, es necesario instalar una red de tuberías que transporte el gas licuado desde la fuente hasta el depósito.
El CO2 también puede extraerse de los combustibles antes de la combustión, o bien ésta debe producirse en una atmósfera a la que se inyecta oxígeno puro y que sólo genera dióxido de carbono y agua. En ambos procesos, el dióxido de carbono debe ser comprimido y licuado para permitir su transporte.
En todos los casos, la captura de este gas consume mucha energía, reduciendo la eficiencia del proceso. En 2005 el IPCC estimó que el secuestro y compresión de dióxido de carbono aumentaría entre 25 y 40% el consumo de combustible en una central térmica a carbón.
Un tercer argumento contra esta técnica es geológico: prácticamente todos los expertos coinciden en que su almacenamiento puede provocar fugas de gases y movimientos telúricos, con consecuencias ambientales imprevisibles.
El hecho de que el gobierno alemán no haya aprobado la ley específica constituye un ejemplo de tales dificultades.
Noruega, segundo productor mundial de gas natural, suministra 17% del consumo europeo y dispone desde 1996 de un sistema experimental de captura y almacenamiento de dióxido de carbono, con depósitos en el mar del Norte.
Según Brian Bjordal, director de la empresa estatal noruega Gassco, que coordina la distribución de gas desde los pozos de su país hacia el resto de Europa, Noruega puede compararse con un trapecista, y el resto del continente con el público del circo.
“En el circo, el público incita al trapecista a saltar. Pero si estuviera en lugar del trapecista, el público no saltaría”, dijo Bjordal, ilustrando su propia incertidumbre sobre la inocuidad de estos métodos.