Un nuevo cerro San Cristóbal aparece al recorrerlo con ojos de expertos
(El Mercurio. 07/11/2009)
El interés por conocer de cerca la naturaleza ha redoblado las visitas guiadas a algunos parques en los últimos cinco años. La experiencia es renovadora.
Gabriela Bade El cerro San Cristóbal es un paseo tan típicamente santiaguino, que no pareciera dar más de lo que ya se sabe: la Virgen, el funicular y el zoológico. Pero otra cosa es salir de su lado más urbano y tomarse el tiempo para descubrir sus secretos, escondidos en árboles o bajo las piedras.
“Se requeriría de al menos un par de semanas y visitas todos los días para conocer todo lo que hay acá en cuanto a naturaleza”, dice Hernán Merino, jefe de la División de Parques y Jardines del Parque Metropolitano.
Un recorrido de apenas unas horas con un experto en aves y otro en flora puede hacer una gran diferencia. Aunque no es un servicio que el parque ofrezca, hicimos el ejercicio por nuestra cuenta. Y la experiencia es, a decir lo menos, renovadora.
Sin ruido
Es mediodía, y la suerte está del lado nuestro. Aunque se supone que a esta hora las aves están descansando, apenas iniciada la caminata, el ornitólogo Jurgen Rottman divisa un pugilato en el aire. Un tiuque quiere espantar a un peuco (que es más grande), y lo corretea para alejarlo de su nido.
Para ver esta historia, no bastaba con alzar la mirada. La información que da Rottman es un pequeño empujón para buscar a los responsables de cualquier movimiento en las ramas, o detrás de cada canto. Y, con paciencia, se pueden ver pájaros armando nidos o llevando comida a sus crías. Pequeños y cotidianos gestos de un mundo que duerme todas las noches al lado de la Costanera Norte.
“El ruido de los autos, a este nivel, es equivalente al que produce el mar o un río. Para los animales pasa inadvertido”, explica Rottman.
Los humanos también pueden abstraerse. Hay 720 hectáreas para hacerlo en este parque urbano, el más grande de Chile y uno de los más grandes del mundo. Claro que de esa extensión total, la mayoría de los visitantes sólo recorre el 30%. Pero hay numerosos senderos que se desvían del camino principal. Y, a modo de dato, mientras más cerca de la cordillera, el paisaje es más autóctono.
“En la medida en que te vas alejando hacia La Pirámide, el paisaje es más natural. Y adrede tratamos de intervenir lo menos posible. En el caso de Los Gemelos (cerca de la piscina Antilén), intentamos mantener la flora y fauna original, porque ése es el típico paisaje de la zona central de Chile, donde está el espino, el colliguay”, explica Merino.
¿El cerro no es naturalmente así? “Si no se hubiera hecho ninguna intervención, estaría pelado como el cerro Renca”, sigue Merino. Este trabajo, que se hace desde 1925 y que implica producción de plantas y riego permanente, hizo que el lugar fuera amigable para varias especies. “Siempre tratamos de tener agua corriendo en distintas partes. Ahí llegan aves, culebras, conejos; todo tipo de reptiles. Es un ambiente donde la fauna se puede establecer y convivir”.
De todos los parques urbanos en Santiago, éste es el que tiene una mayor diversidad de aves. “Sumando las dos temporadas, pueden haber más de 40. Hoy hemos visto al menos 12: paloma, tiuque, peuco, chincol, zorzal, fiofío, chercán, tordo, tórtola, tenca, golondrina y diuca (la escuché, no la vi)”, agrega Rottman.
El panorama también incluye águilas, que en este caso no se vieron, pero que sobrevuelan bajando desde la cordillera. “La conclusión es que las especies están. Pero hay que entrenar el ojo para poder verlas”, remata Rottman.
En plenoLa primavera es el tiempo más atractivo para ver a la naturaleza en plena faena. En esta época, los pájaros anidan y cantan. Y quienes hacen las mayores gracias son los machos, que cantan para cautivar a las hembras y marcar territorio. Pero además suelen ser más coloridos, por razones parecidas. Aún así, la realidad sudamericana es que el 90% de sus aves están en la gama del gris al café.
Crece el públicoAunque no hay visitas guiadas por todo el parque, hay dos zonas que sí ofrecen este servicio. El jardín Mapulemu y Bosque Santiago. Este último no está abierto a público general, sino que hace visitas guiadas a estudiantes y profesores, donde se les enseñan distintos aspectos de la naturaleza, incluida su conservación, con técnicas de compostaje y reciclaje. Y ahí es donde han notado un fuerte aumento del interés por saber del mundo silvestre en los últimos cinco años. “Ha aumentado en forma increíble”, concuerda Jurgen Rottman, quien tiene una parcela en Talagante, donde también hace visitas guiadas. Se trata de Rucapangue, donde posee un criadero de aves y de plantas acuáticas. “La próxima semana recibiré a 80 personas, la mayoría turistas”, cuenta.