Carta – Escultura de Juan Pablo II
(El Mercurio. 16/11/2009)
Señor Director:
Es de suponer que el mismo organismo estatal, la Comisión de Monumentos Nacionales que acaba de rechazar la instalación de la escultura del Papa Juan Pablo II en el Parque Gómez Rojas, es aquel que en su momento aprobó la instalación en la Plaza de Armas de Santiago de la escultura dedicada al Pueblo Indígena Nativo de Chile, la cual es un ícono del culto al feísmo que padecemos los chilenos.
Independientemente de la mayor calidad y belleza de cada escultura, lo sorprendente son los argumentos entregados a la prensa por los integrantes de la citada comisión para fundamentar el rechazo a una de ellas y el distinto patrón que se aplica para juzgar cada caso.
La escultura de Juan Pablo II estaría invadiendo un espacio de tradición laica. ¿Qué es lo que le da un carácter laico a un espacio urbano? ¿Es nuestra Plaza de Armas, acaso, un espacio de tradición laica? Allí conviven la Catedral de Santiago y el Arzobispado con el Museo Histórico Nacional y la Municipalidad de Santiago, y la escultura laica dedicada al Pueblo Indígena está enfrentando precisamente a los edificios de carácter religioso. La Universidad de Chile podrá considerarse una institución laica, pero su cuerpo y alma, que son los profesores, estudiantes y administrativos, son en su mayoría cristianos, y no se advierte ninguna contradicción en su interior por este motivo.
Dudoso y relativo resulta el argumento del supuesto carácter laico de un espacio urbano.
La escultura de Juan Pablo II no dialogaría con la arquitectura circundante, pero seguramente la de la Plaza de Armas sí lo hace con los edificios que la rodean. Cuesta creerlo.
La escultura de Juan Pablo II tendría una altura desproporcionada (7,5 m), que es la misma que aproximadamente tiene la de la Plaza de Armas, la cual cuenta con mucho menos áreas verdes que la rodean. Distinto patrón.
Se estaría afectando la dignidad papal al situar la escultura de Juan Pablo II sobre estacionamientos subterráneos (lo cual es negado por los autores del proyecto), pero comparemos este caso, guardando todas las proporciones, con el ejemplo de la Plaza de España en Madrid, en la cual los españoles supuestamente afectaron la dignidad de don Miguel de Cervantes al instalar un monumento en su memoria con las esculturas de sus personajes Don Quijote y Sancho precisamente sobre los estacionamientos que están en todo el subsuelo de la plaza más importante de esa capital.
Una comisión dotada de poderes absolutos y que emite veredictos inapelables debería aplicar patrones similares para calificar cada caso, y emplear argumentos de mayor fuerza que no estén basados en apreciaciones relativas e incomprensibles.
VÍCTOR VALECH R.
Arquitecto