Estatuas, estacionamientos, plazas duras o áreas verdes. ¿Qué escogemos?
Estas semanas han estado marcadas por dos temas urbanos que han llenado prensa los últimos meses. Dos temas que al parecer son diferentes en su origen y desarrollo pero se cruzan en una problemática no menor que escapa al análisis superficial y sensasionalista de muchos medios de prensa.
El primero corresponde a la ya conocida lucha por no permitir la estatua de Juan Pablo II en la plaza Gómez Rojas, la cual terminó su primer -y al parecer último- capítulo al conocerse la decisión del Consejo de Monumetos Nacional que no permitirá la ubicación de la estatua frente a la Universidad San Sebastián -y Universidad de Chile- principalmente por “afectar la dignidad del pontífice” al ubicarse esta sobre un estacionamiento.
Por otra parte, tenemos la legítima preocupación de vecinos de Las Condes, los cuáles se manifiestan en contra de la instalación de un paradero de Transantiago en los bordes del parque, ya que afectará negativamente a un número de árboles, provocando una merma en la calidad de este espacio verde.
¿Qué problema es éste que tiene que ver mucho con una desigualdad en los objetivos urbanos a conseguir?
La polémica es conocida, me imagino, por casi todos los lectores de plataforma. Si esto no es así, les recomiendo este artículo donde se resume gran parte de la historia y de los dimes y diretes de la discusión con participación de las juntas de vecinos y -e incluso- de los arquitectos del proyecto. Un hit. Y otro interesante artículo de Nicolás reflexionando sobre las ideologías detrás del hacer ciudad. No me explayaré sobre estos, por lo que iré directamente al grano:
¿Es que a nadie le preocupa -o al menos le parece mucho más relevante- que se destruya un espacio verde que, si bien está escondido detrás de esa horrible feria frente a Pío Nono, es bastante grato y amplio si uno osa internarse por él?
Serán decenas de árboles los que se eliminarán para reemplazarse por una inóspita plaza dura -la cual pese a las invitaciones que se han hecho a los arquitectos en este artículo– aún no se sabe como será ni que elementos verdes incorporará. Posiblemente se dejarán un par de árboles en los bordes, pero el grueso de la superficie verde, escasa por lo demás en el centro de Santiago y Bellavista, desaparecerá para dar pié a la construcción de estacionamientos, los cuales sino me equivoco, forman parte de una “mitigación urbana”. Mitigación, vial a una falta de estacionamientos, de ideas quizás pero no de una mejora a la ciudad.
“Concesionar el subsuelo para estos fines ha demostrado ser la forma más eficiente para obtener los recursos que permiten remodelar y mantener los espacios públicos sobre estos, como plazas y parques. Los recursos públicos no alcanzan para estos fines, como queda demostrado por el hecho de estar esta plaza, frente al emblemático edificio de la Escuela de Derecho y a 50 m del corazón de Santiago, como es plaza Italia, en un estado de descuido notorio y cuyo interés más significativo como son sus añosos arboles y los retazos de pasto son de poco uso.”1
Esto pasa por una decisión clave y que la mayoría de las veces es 99.9% económica y política: dónde es más barato y con menos costo político escavar para hacer un estacionamiento subterráneo.
Tenemos por una parte la calzada vehicular, la cual quizás directamente no presenta un costo excesivamente mayor de intervención versus por ejemplo un parque (salvo la reposición de la calzada), pero las consecuencias viales de cortar dos arterias importantísmas por un determinado período de tiempo son altas y exceden lo técnico, rozando lo político y social. Esto sin hablar de que la mayoría de los ductos de urbanización se encuentran bajo la calzada lo que implica una coordinación -y costo de traslado- no menor que pocos estarían dispuiestos a asumir.
La alternativa a escavar y construir un estacionamiento bajo la calzada está a un paso de distancia: una plaza que pocos conocen de “poco uso” y que si no es por la idea de ubicar allí una estatua de Juan Pablo II la mayoría no tendríamos idea de cuál es su nombre. Las ventajas saltan a la vista, la plaza -o parque- apenas se ve, de hecho está oculta por un paradigma del feísmo y mal uso de un espacio público con la feria que enfrenta a Pío Nono y al escavar para construir bajo ella se aprovechará de usar el marketero concepto de “renovación urbana” para realizar una “intervención” tendiente a “mejorar el espacio público”. Con ello nos ahorraremos el costo de asumir por al menos unos 9 meses el corte de Santa María y de Bellavista. Una pesadilla para cualquier alcalde. Sino pregúntenle a Labbé mientras se construían los estacionamientos bajo Providencia. ¿Se imaginan si los hubiesen construído bajo el parque que enfrenta a Andrés Bello? ¡Cuántos tacos nos habríamos ahorrado y que bello paseo peatonal “duro” tendríamos!
A algunos kilómetros de distancia tenemos al parecer vecinos o ciudadanos con preocupaciones diferentes. A ellos al parecer sí les parece relevante protestar y hacer ver su opinión ante la construcción de un paradero de Transantiago en el borde de la Plaza Los Domínicos, el cual requerirá del “traslado” de algunos árboles existentes hacia el interior del parque. El gran pero es que este traslado se hace en una época del año en que no debiese y que no necesariamente se realiza como muchos expertos recomiendan.
La construcción de la estación de metro en esa misma plaza fue algo diferente. Se ubicó bajo la calzada en un espacio que providencialmente no contenía muchos árboles, por lo que el “daño” a la plaza sería mínimo. Es más, existe un proyecto para generar locales comerciales, estacionamientos subterráneos y equipamiento para generar un centro urbano similar a Subcentro de Escuela Militar, el cual es colindante a la estación en construcción y que tampoco afecta negativamente al parque.
Mientras en un extremo de la ciudad es una estatua el punto de conflicto, y no la concesión de un espacio público que implicará necesariamente afectar negativamente la masa vegetal existente de un espacio urbano subutilizado, en el otro extremo cada árbol es un bien digno de defender.
Si bien hasta hace poco el concepto de la “plaza dura” se imponía como paradigma desde los talleres de las escuelas de arquitectura, cada vez más “el ciudadano de a pié” y “la señora Juanita” prefieren por sobre los consejos de los expertos urbanos, arquitectónicos y viales, mantener los parques y plazas como áreas verdes íntegras y no como una tricnhera cubierta que esconde un edifico hacia abajo.
Creo que también prefiero lo mismo.
- Fuente: José Luis Macchi, Arquitecto Boza Arquitectos en PlataformaUrbana [↩]