China y Estados Unidos se desmarcan de Copenhague: ¿Se posterga la ilusión de combatir el cambio climático?
Mire este comercial por favor. Hace ya varias semanas anda dando vuelta en la web, y aunque puede parecer sensacionalista, sin duda logra dejar un gusto amargo al enfrentarnos a un tema que aunque no nos guste, cada vez tendremos que ver con más seriedad; porque si bien hablar de Calentamiento Global y del cuidado del Medio Ambiente ya parecen chiste, poco tienen de gracioso. Y eso hay que tratar de no olvidarlo.
Entendiendo que el tema hay que tratarlo con seriedad y de manera global y conjunta, hace muchísimo tiempo se está organizando para diciembre de este año la Conferencia COP15 para el Cambio Climático en Copenhague. En la conferencia (equivalente a la realizada el año 1997 en Japón, donde se firmó el Protocolo de Kyoto), organizada por la ONU, los países del mundo representados por líderes políticos, ONGs, académicos, practicantes y organizaciones civiles, se juntarán a discutir y llegar a nuevos acuerdos en temas de desarrollo sustentable y medidas para combatir el cambio climático.
Uno de los puntos centrales está en definir estrategias para disminuir la huella ecológica: hoy el promedio mundial es de 2,1 hgp (hectáreas globales por persona), siendo el objetivo reducirla a 1,44 hgp. En Chile, tenemos una huella de 2,9 hgp, que si bien es mayor a la huella promedio del mundo, está muy por debajo de países como Estados Unidos, Australia o los Emiratos Árabes, lo que sumado al volumen de estos países, los convierte en actores muchísimo más relevantes.
Es por esto que resulta especialmente preocupante el anuncio de China y Estados Unidos, a través de sus representantes Hu Jintao y Barack Obama, de que no participarán de los acuerdos de esta conferencia. Bueno, no tan así, pero en la práctica comunicaron al Gobierno de Dinamarca hace unos días (mientras se reunían en Singapur en un encuentro de la APEC) que no será posible conseguir un acuerdo vinculante que permita la reducción de emisiones de dióxido de carbono para la reunión de Copenhague. En su lugar se propondrá un acuerdo en dos etapas, lo que inevitablemente transformará Copenhague en una mera declaración de intenciones, postergando los compromisos obligatorios de reducción de emisiones.
El tema es que estamos hablando de China y Estados Unidos, dos de las potencias más contaminantes y poderosas del mundo; no por nada en el diario El País el titular decía “EE.UU. y China hacen fracasar Copenhague”. Michael Froman, viceconsejero de Seguridad de la Casa Blanca, lo explicaba de la siguiente manera: “Ha habido una coincidencia entre los líderes de que no es realista esperar que un gran acuerdo internacional completamente vinculante pueda ser negociado entre ahora y Copenhague, que empieza en 22 días”. Básicamente, una decisión política, informada principalmente por intereses económicos, que con el pretexto de ser “realista” deja en el suelo la posibilidad de un diálogo con consecuencias que hagan retroceder el problema y avanzar en acuerdos.
La decisión comunicada parece no tener otra posible lectura: sin compromiso de los grandes, de nada sirve que el resto del mundo patalée; si todo se reduce a una declaración de buenas intenciones por parte de un dictador y de un Nobel de la Paz, la verdad es que no hay nada que asegure que la casa del oso no se siga achicando; ni que la nuestra, ciertamente, se modifique.