¿Y qué se gana con la reactivación de Costanera Center?
Hace una semana publicamos esta fotografía, sin mucho más comentario que las palabras que la propia imagen entrega: Arriba Chile, bandera de Chile, y las obras del edificio más alto de Sudamérica que, tras estar detenidas por casi un año, están prontas a reiniciarse como el gran símbolo de la reactivación y el fin de la crisis. La idea es ahora hacer una breve reflexión sobre lo que esta imagen muestra, porque lo cierto es que con un diagnóstico rápido, se puede concluir que el enorme ¡Arriba Chile! está lejos de ser una publicidad ingenua, y puede ser entendido más bien como la mayor representación de un muñequeo que ha sido protagonista durante toda la crisis en la relación Paulmann-Mop.
Pero vamos por parte; con este mensaje de optimismo y el eventual reinicio de la obras…
¿Qué gana el país?
En primer lugar se trata de un símbolo; tanto para la economía interna como para la imagen en el extranjero, retomar este proyecto simboliza la reactivación económica luego de un período de crisis; la frase que estará en la cabeza de muchos será seguramente algo así como no sólo salimos rápido de la crisis, sino que lo hacemos construyendo el rascacielos más alto del continente. Punto para Paulmann.
En términos netamente económicos, una construcción de tal magnitud efectivamente significa dar dinamismo a la industria de la construcción, a los proveedores de la industria primaria y secundaria de las más diversas características: desde los productores de hormigón y aluminio hasta los instaladores de clima y el comercio que se instalará en el mal. Esto además de los 2000 empleos directos que, con sus familias, representan un golpe mediático importantísimo. Punto para Paulmann
A nivel del gobierno, sin duda que es mucho lo que se gana, nuevamente en el ámbito simbólico; el ya desbordante apoyo a la administración de Bachelet y su ministro de hacienda, Andrés Velasco, que se debe principalmente al bien evaluado manejo de la crisis, pasaría con este proyecto a consolidarse como tal, despejando cualquier duda respecto a que los efectos de la caída económica mundial, han sido manejados óptimamente. Desde La Moneda, punto para Paulmann.
¿Qué gana Horst Paulmann?
Mucho más; tal vez no tanto en términos simbólicos (aunque ciertamente se convierte en el Héroe de la reactivación), sino que en términos económicos. Horst Paulmann ha logrado convertir Costanea Center en el Elefante Blanco de esta crisis, y mientras siga ahí parada (como el Hospital de Ochagavía lo está hace 36 años), seguirá evocando una crisis que no se va; esto, en la práctica, significa que para el gobierno sea muy mal negocio que siga detenido. Es evidente suponer que el cartel de “¡Arriba Chile!” es la carta maestra de Cencosud para cerrar un trato en que el MOP se hace responsable de parte de las mitigaciones que el propio Paulmann debía pagar. El propio Bitar decía hace algunas semanas que el Estado no tiene porqué hacerse cargo de las inversiones privadas, pero la jugada de Paulmann pone a Bitar en un nuevo problema: hacerse cargo de la ilusión de la reactivación, del optimismo de ¡Arriba Chile!
¿Qué gana la ciudad?
No mucho más que un símbolo; como decía un comentario en relación a esta fotografía hace una semana, “Se trata del modelo de desarrollo idiotas….no de ciudad”, y todos estos argumentos y ganancias para el país responden a esto, entendido absurdamente como dos cosas separables en un país en que casi el 90% de la población es urbana.
No solo es poco lo que gana, se podría afirmar que es mucho lo que pierde. Grandes han sido las controversias en cuanto a las irregularidades en los permisos de edificación, los estudios de impacto ambiental y vial, y sobre las reales consecuencias que tendrá esta obra en su entorno. Los símbolos son cosas serias y hay que mirarlos como tal, pero no hay que dejar de preocuparse (con el pretexto de construir una imagen), de la ciudad que se está dejando en torno a ella. Y que todos los chilenos paguemos por este parece, al menos, cuestionable.