Los proyectos pospuestos en Valparaíso
Desde hace un tiempo se han venido anunciando los más emblemáticos proyectos en Valparaíso, sin embargo, pasan los años y aun no se llevan a cabo. La remodelación del borde costero sector Barón, el proyecto para la ex Cárcel, la estación Puerto de Merval y la intervención de la plaza Sotomayor son algunos de de los de mayor envergadura, pero el listado es extenso. Las razones del estancamiento sin duda son variadas, el resultado es que la inversión pública destinada para la revitalización de la ciudad, no se ha manifestado mayormente, y como consecuencia, parte de las inversiones privadas se suspenden a la espera de los resultados que las primeras generen.
En gran medida, estos proyectos no se han concretado por la poca claridad de directrices, y una de las directrices poco claras, es la normativa.
Existe un factor entorpecedor que es la superposición de dos legislaciones en un mismo territorio. Puntualmente, en el sector de la ciudad reconocido como Patrimonio de la Humanidad, se superponen la normativa de la Ley de Monumentos Nacionales, y el Plan Regulador Comunal con su Zona de Conservación Histórica. Esta situación se repite además en edificios puntuales reconocidos por las dos entidades como Monumentos e Inmuebles de Conservación Histórica, respectivamente. Al no estar estas dos legislaciones cohesionadas, es necesario cumplir lo normado por dos criterios que no necesariamente coinciden, para aprobación de cualquier proyecto de intervención patrimonial.
En otras comunas, los municipios acogen los criterios de intervención del Consejo de Monumentos y los incorporan a sus planes reguladores o seccional correspondiente. La comuna de Santiago, por ejemplo, ha operado de esta forma en sectores históricos. Este procedimiento unifica criterios, lo que como consecuencia, disminuye considerablemente la burocracia y aclara el proceso de aprobación de los proyectos. La situación es tan evidente, que el Jefe de Desarrollo Urbano del MINVU recomienda oficialmente desde el año 2007 (DDU 186), que los inmuebles o áreas que tengan la condición de Monumentos Nacionales, no se declaren a su vez como de Conservación Histórica, puesto que ello llevaría a aumentar innecesariamente una protección que ya se encuentra sancionada oficialmente.
Valparaíso, sin embargo, no opera de esta forma.
Existe la disyuntiva sobre la jerarquía en regulación patrimonial en esta ciudad, precisamente entre la Ley de Monumentos y el plan regulador comunal. El municipio no incorpora en su plan regulador ni ordenanza los lineamientos planteados por el instructivo de intervención del consejo de monumentos, por lo cual son necesarias ambas evaluaciones por separado.
Ejemplos de esta dicotomía de criterios, son los proyectos para la remodelación del Polvorín de la ex Cárcel, el Mercado Puerto y el Edificio Cousiño.
El aspecto normativo es tan solo uno de los factores en la gestión de proyectos, pero al no abordarse en forma sistemática o jerárquica, pasa a constituir un factor entorpecedor en el proceso de llevarlos a cabo. Por otro lado siguen habiendo casos como la demolición de edificios valiosos, en donde la poca claridad tiene el resultado opuesto.
El desarrollo de proyectos relevantes tienen consecuencias que podrían ser positivas en el proceso de regeneración de la ciudad, considerando su decaimiento económico a la vez que su valor agregado. El proceso para llevarlos a cabo debiese contar con una sola contraparte de regulación pública con un criterio unificado, equilibrado, y con la incorporación de la ciudadanía en la toma de decisiones. La claridad en el desarrollo de una ciudad en proceso de recuperación económica es un requisito para la inversión de fondos tanto públicos como privados (los primeros como propulsores de los segundos). Claridad, sobre todo, en cuál es la directriz de desarrollo a largo plazo y en el sistema público como ente regulador y, teóricamente, gestor. Al no existir esta transparencia, resulta arriesgada una proyección a futuro, lo que juega en contra de las perspectivas de revitalización de Valparaíso.
Panorámica: Felipe Guillón