Gobierno evalúa norma de edificación costera
(El Mercurio, 31/3/2010)
Estudios de distintas universidades definirán el grado de riesgo que existe para reconstruir en los bordes costeros del país. Expertos revelan que actuales instrumentos de planificación urbana no consideraron los mapas de riesgo del SHOA
. Por Equipo de Crónica y Regiones
El maremoto que el 27 de febrero azotó 550 km de costa chilena, entre Valparaíso y Biobío, obligará a realizar profundos cambios en la planificación de las ciudades costeras para actualizar las áreas de riesgo de inundación y repensar la ubicación de los proyectos habitacionales.
Se trata de uno de los siete problemas que el Ministerio de Vivienda definió en su Programa de Reconstrucción Nacional y es, al mismo tiempo, un desafío para los desarrolladores inmobiliarios, desde el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) hasta los privados.
El asesor de reconstrucción urbana del ministerio, Pablo Allard, explicó que “lo más urgente es redefinir las áreas de riesgo de maremoto o de derrumbes por fallas geológicas. Si vamos a desplegar la batería de subsidios de vivienda, tenemos que hacerlo con la certeza de reconstruir en zonas aptas”.
Para esto, equipos técnicos de distintas universidades realizan estudios que definirán las áreas de riesgo donde no se debería construir, zonas de riesgo medio donde se pueda habitar siempre y cuando se cuente con obras de mitigación y aquellos lugares que no correrían peligro ante eventuales emergencias.
“Antes de la tragedia ya existían zonas delimitadas, pero el maremoto modificó el terreno y, con ello, las zonas de riesgo. Por ejemplo, hoy hay gente viviendo al lado de esteros que antes no existían”, explicó Allard.
Los resultados de los estudios no deberían extenderse más allá de los próximos cinco meses.
Vicente Domínguez, director ejecutivo de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, aseguró que esta medida era algo previsible luego de la catástrofe, pero espera que sea específica para la zona afectada. Además, planteó que debería haber incentivos económicos para construir en las zonas sin riesgo.
Hugo Romero, profesor del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, reveló que de acuerdo con un estudio que han realizado, los actuales planes reguladores de Talcahuano y Constitución no consideraban las zonas de inundación establecidas en los mapas de riesgo del SHOA de los años 2000 y 2002. En el caso de Dichato, aunque no se disponía de un mapa oficial preparado por el SHOA, los estudios del plan regulador habían determinado con claridad las zonas de amenaza o peligro de maremoto. Por ello, concluye, hubo “significativos errores y omisiones en la formulación e implementación de los planes reguladores comunales de tres de las áreas urbanas más afectadas por el tsunami”.
Marcelo Lagos, geógrafo físico de la U. Católica experto en maremotos, planteó que este tipo de riesgo no significa que no se puede urbanizar en las costas, sino que se debe integrar ese tipo de amenazas en el uso de suelo. Dijo que hay formas de ocupar el espacio costero que atenúan el impacto de estas inundaciones. Así, por ejemplo, los parques inundables o los bosques antitsunami que se usan en Japón.
30 metros de altura alcanzó la ola en la costa de Tirúa (Biobío). Entre ésta y el poblado llegó a 20 m y al pueblo llegó con 8 m de alto. El suelo se levantó medio metro en la zona.
12 metros tuvo el maremoto en Lebu. El suelo subió dos metros e impide que botes entren al río.
4,5 metros alcanzó el maremoto en Punta Lavapié (Golfo de Arauco), y el suelo se levantó 2,5 metros.
12 metros registró en Tubul, también en el Golfo de Arauco. El pueblo resultó seriamente dañado y el suelo subió 1,5 metro.
6 metros alcanzaron las olas en la isla Santa María, frente a Talcahuano. Lo más sorprendente fue el levantamiento del terreno: alcanzó los 3 metros.
10 metros alcanzó el maremoto en Llico, comuna de Arauco. Destruyó el poblado y el suelo se levantó 1,5 metro.
Científicos intentan descifrar el maremoto
Olas de hasta 30 metros alcanzó el tsunami en la costa de Tirúa, en el sur de la Región del Biobío, según mediciones de un grupo de científicos nacionales y extranjeros que investigan el maremoto por encargo de la Unesco. Una de las primeras conclusiones de la investigación, concentrada entre Tumbes y Tirúa, es la enorme variabilidad del tamaño de las olas.
Marco Cisternas, especialista en maremotos de la Escuela Ciencias del Mar de la U. Católica de Valparaíso (UCV), quien encabezó a los investigadores, afirma que la variación de cuatro a 30 m en sectores muy cercanos es algo que “no entendemos por qué pasó. Es un tema que tiene que ser analizado por los científicos”.
También se analizan los distintos tiempos que tomó el maremoto para llegar al borde costero. En algunos sectores las olas arribaron 20 minutos después del terremoto, mientras que en otros lo hicieron hasta cuatro horas más tarde.
Sobre los alcances del maremoto en ciudades como Talcahuano y Constitución, las cartas de inundación preparadas por el SHOA para generar planes de emergencia, de construcción y vialidad, se acercaron bastante a lo que ocurrió.
En Constitución la diferencia entre lo proyectado y lo que se registró fue de una manzana de extensión (ver infografía), y lo mismo ocurrió en Talcahuano.
Las nuevas revelaciones de la investigación al SHOA
En los minutos posteriores al terremoto del 27 de febrero, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) intentaba confirmar si se había generado un maremoto, como se aseguraba desde Estados Unidos.
A esa hora, sin embargo, la Marina había perdido contacto con la mayoría de sus reparticiones y la red de estaciones de nivel del mar sólo reportaba variaciones “anormales” de marea que “no representaban riesgos” porque tendían “a disminuir”.
En ese contexto, a las 5:34 horas la oceanógrafa del SHOA recibió un mensaje de texto en su celular. Era de su ex jefe en el Departamento de Oceanografía del SHOA, el capitán de reserva naval Rodrigo Núñez Gundlach, quien estaba en Talcahuano por la botadura del buque científico “Cabo de Hornos”.
Núñez escribió: “Confirmo tsunami en Basetalc (Base Talcahuano). Nmm (nivel del mar) bajó 6 metros en Fuersub (Fuerza de Submarinos). Una ola inundó sin rompiente”.
El dato aparece en los anexos del “Informe de Investigación Técnica Armada-SHOA”, subidos ayer al sitio web de la Armada. El documento añade que la información de Núñez “fue difundida en la sala del SHOA, pero no llegó a conocimiento del Director” (el ahora dado de baja capitán de navío Mariano Rojas). Agrega que el personal de turno la comparó con las lecturas de la red de estaciones de nivel del mar, concluyendo que “eran concordantes”. La noticia del maremoto sólo pudo ser confirmada pasadas las 8 horas, y por teléfono.
¿A qué hora llamó Bachelet?
La investigación recuerda que el SHOA canceló la alarma de maremoto a las 4:56 horas -Talcahuano ya había sido azotada 62 minutos antes- y plantea que no la reactivó, entre otras razones, por la “nula información de ocurrencia de un tsunami en los medios televisivos”. Y admite que la sala de alerta de maremoto del servicio “no cuenta con un receptor de radio AM/FM”.
Otro dato llamativo es que según la investigación naval la entonces Presidenta Bachelet se comunicó por teléfono con el director del SHOA a las 8:01 horas para confirmar el maremoto. El comandante Rojas le respondió que no tenía antecedentes de un maremoto, sino sólo de variaciones irregulares de marea.
De acuerdo con este informe, “esta fue la única comunicación directa que existió entre la Sra. Presidenta y algún miembro del SHOA”, lo cual se contradice con el relato del propio comandante en jefe de la Armada -“la Presidenta llamó al SHOA como a las 5:15”, dijo el 3 de marzo- y con el informe que la institución le entregó al jefe del Estado Mayor Conjunto, general Cristián Le Dantec, donde establece que tal comunicación se registró a las 5:20.