El proyecto que apuesta a reconstruir con barro y madera viviendas en zonas rurales
Son casas de 60 m2 que buscan mantener la identidad en comunas afectadas. Las que ya estaban levantadas soportaron sin problemas el terremoto. Por J. Molina y A. Ramos
Tras el terremoto de 1985, funcionarios del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) crearon un modelo de vivienda revestida en barro, de construcción rápida, que ayudó a reconstruir muchas casas en áreas rurales de la zona central. Levantaron cerca de 20 edificaciones, las que rápidamente se replicaron por el campo mediante la autoconstrucción.
Ahora, tras el sismo del 27 de febrero, el equipo revisó cómo respondieron esas viviendas levantadas en Melipilla y Lo Barnechea. Aunque habían pasado 25 años, resistieron de manera perfecta. Fue por eso que decidieron replicar la idea en los pueblos de la Región de O’Higgins, iniciativa que comenzaron ya en la comuna de Lolol.
El proyecto, liderado por los agrónomos Roberto Soza y Carlos Altmann, ambos ex funcionarios del INIA, busca mantener la identidad de la vivienda rural de la zona, recubriendo su interior y exterior con una mezcla de arcilla y paja, pero con una estructura de madera liviana, económica y antisísmica.
La idea es fomentar la autoconstrucción, dice Altmann. El sistema opera como una suerte de minga, donde el equipo apoya la edificación de una vivienda en pequeñas localidades, con la participación de toda la comunidad, para que entre los mismos vecinos continúen levantando las casas restantes.
“El objetivo es transformar las viviendas de adobe destruidas en casas asísmicas de tabique de madera. Incluso se pueden reconstruir manteniendo el techo, el piso y las instalaciones cuando están en buen estado. Se apuntala, se eliminan los adobes, se construye el tabique y luego se conecta con el techo. Esto también se extiende a iglesias, escuelas y casas antiguas”, dice Soza.
La construcción tiene 60 m2 y un costo de un millón de pesos, el cual se puede reducir, ya que todas las maderas, puertas y ventanas en buen estado de la construcción destruida pueden ser recicladas.
“Cuando una casa se declara para demolición, se desarma completamente y luego las retroexcavadoras destruyen todo lo que queda. Se pierden excelentes materiales que se pueden reciclar. Es importante que se pare la demolición indiscriminada, que está afectando gravemente la posibilidad de reconstrucción de viviendas”, agrega.
En terreno
En Lolol, la mitad de sus siete mil habitantes quedaron damnificados por el terremoto. El centro del pueblo es monumento nacional desde el 2003, pero hoy el 80% de sus 45 viviendas tiene daños estructurales. En ese lugar, Soza y Altmann se enfocaron en mejorar las mediaguas que se están entregando.
Y lo hacen construyéndolas “al revés”. Es decir, se colocan las murallas exteriores -con tablas- hacia adentro, y se deja el entramado hacia afuera, recubierto con barro. Esto permite un mejor acabado interior y el aislamiento del frío y la lluvia.
“Adentro del muro queda una cámara de aire, o se rellena con corontas de choclo impregnadas, virutas gruesas, o barro con mucha paja, de tal manera que queden muy flexibles. Junto con darle una apariencia eterna de casa típica rural, mejora su aislación térmica. Además, se agregan planchas de techo en todo el contorno, para formar un corredor y proteger los muros de la lluvia”, explica Soza.
Uno de los beneficiados por el proyecto, Luis Pineda, confía en este tipo de construcción, porque ya está probado que resiste. “La casa de adobe se nos cayó toda. Me está gustando como está quedando ésta”, agrega.
El alcalde de Lolol, Marco Marín, afirma que esto permitirá que las mediaguas de emergencia puedan resistir sin inconvenientes. Agrega que con un 65% de población rural en la comuna, la idea es mantener la tradición del barro en las viviendas.
“El adobe quedó obsoleto, y se pasa a trabajar la tabiquería en adobe. Le va a dar un estilo mucho más típico y permite mantener la línea arquitectónica que tenemos. Nosotros lo vamos a apoyar, porque muchas de las viviendas de emergencia que vamos a entregar se van a convertir en la vivienda definitiva para muchas familias”, afirma Marín.
El objetivo de Soza y Altmann es continuar luego con la construcción de las viviendas más grandes, iniciativa que podría extenderse a otras localidades devastadas como Chépica, Pumanque y Peralillo.