Estadio nacional: El elefante de las promesas incumplidas
Pocos proyectos generan mayor impacto mediático que la renovación del Estadio Nacional, recinto deportivo y artístico más importante de nuestro país. Y es que éste se encuentra inserto en la memoria colectiva de los chilenos, la infinidad de hechos históricos ocurridos en su interior y el aumento sostenido de los espectáculos que reciben sus puertas cada año, lo hacen parte fundamental de la idiosincrasia y patrimonio de nuestro país.
En este sentido, el anuncio de postergar la inauguración del estadio para septiembre, producto de los daños producidos por el terremoto y los retrasos en algunas obras, no ha estado exento de polémicas. La remodelación, contemplada en un principio para marzo del 2010, se ha visto constantemente retrasada y cada día se aleja más del proyecto contemplado inicialmente. La postergación indefinida de la techumbre y la falta de lineamientos y coordinación entre las distintas fases del proyecto, no han hecho más que aletargar y poner en cuestión el proceso de remodelación del coliseo nacional.
En principio, el plan de ejecución de la obra se contempló en un período estimado de 9 meses, lo que le valió una serie de críticas considerando el tiempo extremadamente insuficiente para un proyecto de cerca de 20 mil millones de pesos. El comienzo de los trabajos en agosto del año pasado y la supuesta inauguración en marzo de este año, no dejó incólumes a la infinidad de expertos, quienes señalaron que el proyecto estaba siendo utilizado como plataforma y campaña política electoral para aumentar la aprobación del gobierno y del candidato presidencial de la misma coalición.
Lo cierto, es que el proyecto estuvo lejos de encontrarse listo en marzo. Actualmente, el terremoto provocó una serie de fallas estructurales en las vigas que sostienen el sector de marquesina y la cornisa superior que rodea a todo el óvalo, además del retraso de la empresa Basch en la instalación de las butacas, generando fuertes demoras en la entrega del proyecto.
El plan de diseño y ejecución del proyecto
El proyecto de remodelación del Estadio Nacional se realizó en base a licitaciones directas a las empresas constructoras, lo que generó que los arquitectos se tuvieran que asociar con esta clase de entidades para poder desarrollar los proyectos. En esta medida, no existió un proyecto global de cara a la remodelación del estadio, sino una serie de licitaciones que fueron otorgadas a empresas constructoras, las cuales se encargaron de darle el diseño a cada una de las partes de la remodelación.
En concreto, las licitaciones abarcaron seis fases distintas; la ejecución de un foso a cargo de ALCORP, las reparaciones de la estructura principal del estadio (reparaciones de fisuras, impermeabilización de las losas e incorporación de mortero flexible de alta impermeabilidad) a cargo de la misma empresa constructora, la reparación del edificio ubicado en el sector de marquesina, la instalación nuevas butacas a cargo de Bash, las mejoras al terreno de juego (pasto nuevo y mejoras en el sistema de drenaje) e instalación de una nueva pista atlética y, por último, postergada hasta el momento, la rehabilitación de la fachada y la instalación de la cubierta, la nueva estructura de techumbre, además, de la modificación de la iluminación característica del estadio.
Asimismo, se concibió el reacondicionamiento de otras instalaciones presentes en el complejo; la remodelación del Centro Acuático, el mejoramiento del Estadio de Atletismo, la renovación general del Patinódromo, la construcción de un Estadio de hockey pasto y la reposición y mantención de los equipamientos deportivos CAR. Si bien estos proyectos fueron contemplados en principio, en la actualidad la falta de información al respecto y la emergencia nacional dan indicios claros de que estas licitaciones se han postergado o definitivamente puesto en duda.
Las graves falencias del proyecto
Al presente gran parte de las obras contempladas para el estadio ya se han realizado. Sin embargo, resaltan una serie de graves errores en cuanto a la forma en la que se planificó y ejecutó el proyecto desde sus inicios. La carencia de un plan maestro que tuviera una mirada global sobre la renovación del recinto deportivo, que asegurará la calidad y sustentabilidad de los cambios, a la vez que mantuviera una relación dinámica entre la estructura misma del estadio y el entorno, es sin duda el punto más importante al momento de evaluar los cambios.
El hecho de que se hayan previsto medidas apresuradas e independientes para la renovación del complejo deportivo, advierte sobre la precariedad e inconsciencia con la que se tomaron las decisiones. El estadio nacional requiere necesariamente de un proyecto de renovación total que lo transforme en un hito arquitectónico de la ciudad, los cambios actuales solo funcionan como arreglos aislados que no apelan a ninguna orgánica conjunta de los elementos. Los cambios debieran haber estado dirigidos, entonces, a intervenir el complejo deportivo como algo mucho más amplio que la simple refacción de la estructura, un plan que modernice y a la vez valorice y respete el carácter de monumento nacional y patrimonial que tiene el estadio. Un diseño que impulse al estadio nacional como lugar de encuentro de la ciudadanía, que promueva su utilización todos los días del año y no solo cuando existen espectáculos, un espacio público lleno de áreas verdes y recreativas que dote al sector de unicidad con respecto al resto de la ciudad.
En esta medida, la remodelación debiera haber delineado un proyecto claro y conjunto que integrará las distintas inmediaciones del recinto y la infinidad de actores que día a día forman parte de él. El diseño actual no contempló en ninguna medida la participación ciudadana, ni la articulación entre los cambios a la estructura misma y las supuestas modificaciones a los parques y recintos aledaños. En la actualidad, se han postergado varias de las intervenciones que se realizarían, por lo que más que un hito dentro de la obras bicentenario el proyecto pasará a ser símbolo de promesas incumplidas. El aplazamiento indefinido de la techumbre, la disminución en la capacidad del estadio y la falta de claridad en las intervenciones perimetrales no hacen más que indicar errores en el diseño y ejecución de la renovación del estadio.
En definitiva, en septiembre próximo, un año después del cierre, tendremos al estadio nacional sin ninguna intervención de envergadura. Al parecer, habrá que esperar unos cuantos años más para tener un estadio con los estándares modernos con los que alguna vez soñamos la mayoría de los chilenos. ¿Que opinan ustedes?