Gentrificación ¿a la chilena?
Hace algunos días apareció en El Mercurio un reportaje acerca de la renovación y revitalización que están experimentando algunas zonas de Santiago. El artículo demuestra cómo, a diferencia de ciudades como Londres, Nueva York, Barcelona o Roma, en nuestro país estos procesos se distinguen al estar dotados de componentes propios. Estaríamos frente a una gentrificación “a la chilena”, referida a la particularidad que tiene el proceso respecto de las experiencias clásicas de gentrificación.
La gentrificación alude a la renovación y revitalización de barrios céntricos por el proceso a través del cual hogares de clase media alta remplazan a hogares de menores ingresos, aumentan los valores de la propiedad, se altera el ambiente construido y emerge un nuevo estilo de vida urbana. Tradicionalmente, la apropiación estos sectores se ha iniciado por el boom “cultural” que significa la llegada de jóvenes artistas e intelectuales que buscan de alejarse de los circuitos tradicionales.
Así, barrios que históricamente concentraron mucha gente, muchos inmigrantes, mucha pobreza y criminalidad, terminan convertidos en centros de bohemia, arte y diseño gracias a los artistas que llegaron a colonizarlos y a convertirlos en la proa del estilo. El Soho, Nolita, Tribeca o Village en Nueva York, East End en Londres, Pobleneu en Barcelona y San Telmo en Buenos Aires son algunos ejemplos de la renovación de espacios históricos.
En nuestro contexto, estos procesos se distinguen por tener características particulares, aunque existen casos –como el barrio Yungay- que se asemejan cada vez más a las nociones tradicionales de gentrificación.
El fenómeno en Santiago se ha caracterizado por abarcar principalmente la periferia urbana, donde abundan los conjuntos de vivienda social. La renovación en las zonas centrales de la ciudad se ha dado recién en los últimos años y con un ritmo bastante paulatino. Por tanto, la revitalización ha pasado más por la cimentación de infraestructura totalmente nueva que por el reacondicionamiento del patrimonio físico existente en el sector (centros históricos).
Asimismo, los cambios no necesariamente han redundado en el traslado de los antiguos residentes, sino que al ser propietarios los vecinos pueden responder ante el aumento sostenido de presiones inmobiliarias. La propiedad privada del suelo defiende a las clases bajas de la expulsión cuando se hacen presentes estos procesos.
Al analizar los casos céntricos también nos encontramos con diferencias importantes. La timidez con que se vive el proceso, mucho más cercano a la recuperación de barrios que a la colonización de nuevos límites, nos lleva a diferenciar el caso frente a otros ejemplos internacionales. La renovación corresponde a sectores propios de la clase media alta de los años 50, por lo que su deterioro y pobreza no se condice con las dinámicas representativas de la gentrificación. Quizás la única excepción puede ser el barrio Yungay, cercano a Matucana, que se ha transformado en espacio de contrastes; cerca de acomodadas residencias se ubican casonas que habitan numerosos inmigrantes colombianos y peruanos.
Bajo esta óptica, la gentrificación en Santiago parece más cercana a los procesos dados por el desarrollo inmobiliario (principalmente en la periferia) que al quiebre impulsado por un grupo de jóvenes que busca alejarse de los circuitos tradicionales.
Pese a esto, existen nuevas evidencias que nos llevan a reflexionar sobre si efectivamente estamos en presencia de una gentrificación a la chilena o frente a procesos urbanos homólogos a las realidades de distintas ciudades.
El caso de los barrios Brasil, Italia, Yungay, Lastarria, entre otros, demuestran la reurbanización de comunas centrales por jóvenes que han ido revitalizando estas zonas, dándoles nuevos usos, e imponiendo nuevos estilos de vida urbana. Más allá si corresponde, en un sentido estricto, a gentrificación, lo interesante es como algunos sectores del centro de Santiago se han ido progresivamente renovando y poniendo en valor. Al parecer, las zonas céntricas están volviendo a ser una opción atractiva para miles de personas que ven allí espacios singulares y llamativos para instalar sus hogares.