Experto en reconstrucción visita Chile y da recomendaciones

(La Tercera, 26/07/2010)

por Axel Christiansen

El arquitecto Melih Kamil contó a La Tercera las razones que explican el derrumbe de casas el 27 de febrero: abaratamiento de costos y uso de materiales rígidos.


En 1999, un terremoto de magnitud 7,6 Richter azotó a la ciudad de Mármara, en Turquía. El saldo fue desolador: después de 37 segundos, más de 45 mil muertos y una ciudad en ruinas. Hubo que comenzar prácticamente de cero.

Una de las personas que formaron parte de este proceso de reconstrucción fue el arquitecto Melih Kamil, quien aprovechó la oportunidad para evaluar los grandes problemas en las construcciones de su país y, de paso, asegurar que las nuevas fueran seguras y no permitieran que se reprodujera ese nivel de catástrofe.

Precisamente con esa experiencia es que el especialista vino a Chile la semana pasada para realizar una serie de charlas y viajar a la zona misma del desastre en Concepción para compartir con sus colegas chilenos. Mientras estuvo en Santiago conversó con La Tercera sobre las cosas que deben mejorarse ahora que Chile se vuelve a poner de pie.

A la hora de establecer responsabilidades, Kamil no habló de culpables, sino más bien de malas prácticas a la hora de llevar a cabo la idea a la realidad. “Actualmente, la ingeniería antisísmica permite realizar prácticamente cualquier diseño. El problema es que mientras más complejo sea el diseño, más cara será esta tecnología y lo que primero que se recortará en el presupuesto”, señaló.

Así, el experto asegura que hay que comenzar a optar por construcciones que sacrifiquen el diseño, pero que otorguen seguridad y rapidez en la construcción, sobre todo en la primera etapa de reconstrucción. “Luego del terremoto, la gente vive dos etapas: la primera, donde en un plazo de un año, todos debieran tener una vivienda provisoria, y la segunda es que a partir de allí poder empezar la remodelación de la ciudad”.

Otro de los principales cambios que hay que realizar, al menos en la mente de las personas, es que las construcciones con materiales livianos terminan siendo más seguras, pues poseen mayor flexibilidad para moverse y, en caso de colapsar, facilitan la recolección de escombros. Especialmente en las techumbres.

En Turquía, explica Kamil, desde que ocurrió el terremoto, el uso de materiales livianos -desde la fibra hasta el acero- representa el 70% del mercado en contra de los rígidos, que sólo se quedaron con el 30%.

Por último, explicó que para medir los daños de un terremoto no basta con guiarse con la magnitud de éste, sino que con la aceleración que tuvo la tierra con la energía que se liberó, ya que sólo así -explica- se puede entender -y por ende trabajar en eso- que haya habido tantas zonas distantes del epicentro con grandes grados de destrucción.