Tubo submarino de 1.000 kilómetros busca poner fin a la escasez de agua en el norte
El grupo constructor francés Vinci y la Fundación Chile impulsan un proyecto de US$ 3.850 millones, para llevar agua desde los ríos de la zona central al norte, mediante una tubería hundida bajo el mar.
(La Tercera – 8/11/2010)
Una parte importante de los US$ 50 mil millones en proyectos mineros que hay en Chile de aquí a 2020 enfrenta un dilema crucial: la falta de agua en el norte. Hasta ahora, la única opción ha sido desalar agua de mar. Pero el grupo francés Vinci -un gigante de 160 mil empleados y dueño de la mitad de las carreteras concesionadas de Francia-, se unió a la Fundación Chile, a través de su filial Vía Marina, para impulsar una megatubería submarina de al menos 1.000 kilómetros, que permitiría llevar agua de la zona central al norte del país, a la mitad del precio de las desaladoras. Si la idea prospera, Chile haría historia al construir el primer ducto submarino para trasladar agua por sobre el lecho oceánico.
De tal envergadura es la iniciativa, que el gobierno de Nicolas Sarkozy está dispuesto a cofinanciar los estudios de prefactibilidad. El tema se está tratando al más alto nivel e incluso, se habló de él en la gira del Presidente Piñera a Europa, específicamente, en el encuentro con los empresarios galos en París.
Acquatacama y sus fases
El proyecto se llama AcquaAtacama y consta de tres fases, explican Marcela Angulo, gerente de Medio Ambiente y Energía de Fundación Chile, y Patricia Pacheco, ex ejecutiva del grupo Enersis y Esval y ahora directora de negocios tecnológicos en Fundación Chile.
Implicaría una inversión global de hasta US$ 3.850 millones. En la primera fase,con US$ 850 millones de desembolso, llevaría cinco metros cúbicos por segundo de agua hasta Copiapó (unos 1.300 kilómetros). Como referencia, “esa cantidad equivale a abastecer de agua fresca a dos Chuquicamata”, dice Jorge Candia, ex director de Codelco.
En la segunda etapa, por US$ 2.500 millones, llegaría a Antofagasta (otros 700 kilómetros), adicionándose 10 metros cúbicos. En la tercera parte, por US$ 500 millones, arribaría a Iquique, añadiéndose cinco metros cúbicos.
Si todo marcha bien, el proyecto podría empezar a materializarse en cuatro o cinco años y la instalación del tendido podría tomar dos. El agua podría ser usada en faenas mineras, industriales y agrícolas y, si es tratada, en consumo humano.
“Si bien hay ductos por el mar que llevan desde cables hasta petróleo o gas, nunca han llevado agua a distancias tan grandes”, destaca el ex ministro de Obras Públicas Eduardo Bitrán, quien recibió y estudió el proyecto cuando éste llegó a su cartera, hace tres años. “Nunca en la historia del mundo y de Chile el agua había sido tan escasa, por eso transportarla es un buen negocio. El agua es el oro del futuro”, dice Pacheco.
Otro aspecto que hace única esta iniciativa es la tecnología denominada “submariver”, una fibra resistente a las presiones marinas, al roce con el sustrato oceánico e incluso, al cambio de presión del agua que transporta. Además, es flexible y, al mismo tiempo, altamente resistente, agrega Angulo. Esta suerte de manguera de última generación tendría entre dos a cuatro metros de diámetro e iría flotando en el lecho marino, anclada y sujeta con una especie de huincha cada cierta distancia (ver infografía). Por diseño, estaría a 200 metros de profundidad y a una distancia variable de la costa, para no interferir con otras actividades o ecosistemas protegidos.
El interés minero
Vinci-Vía Marina y Fundación Chile ya han tomado contacto con mineras que serán potenciales clientes, como BHP Billiton y Collahuasi, y con gremios como el Consejo Minero y la Sonami. Estas últimas entidades han hablado con el titular de esa cartera, Laurence Golborne. También han tenido contactos con el Ministerio de OO.PP. El anteproyecto ya está listo y sus promotores se preparan ahora para comenzar los estudios de prefactibilidad. En forma paralela, los gremios mineros y AcquaAtacama están iniciando las gestiones para que la obra sea declarada de “interés público” y que ingrese en la cartera de concesiones, lo que facilitaría su materialización.
El interés en las mineras es grande. “La disponibilidad de agua es un factor crítico en la minería”, resume Rodolfo Camacho, de la comisión de Recursos Hídricos de Sonami-Consejo Minero. Las mineras están pagando precios exorbitantes por el agua, detalla Bitrán.
Costos a la mitad
Hoy, las mineras han optado por desalar agua de mar. Pero eso es caro: cuesta US$ 1 el metro cúbico. Y bombear desde la costa a la cordillera el agua procesada sale US$ 1 millón el kilómetro, y casi todas las faenas están sobre los 3.000 metros de altitud. El costo de desalar es muy variable: va desde US$ 50 millones, si la planta está a orilla de mar, a más de US$ 1.000 millones si el agua hay que enviarla a la cordillera.
Además del problema económico, optar por la desalación tiene otro escollo: la energía. En el Norte Grande, ésta es cara y viene de fuentes más contaminantes -carbón y diésel-, lo cual contribuye a “ensuciar” su “huella de carbono”; es decir, la cantidad de dióxido de carbono que las empresas emiten en sus procesos. Bitrán cuenta que hoy el 50% del costo de desalar se explica por el precio de la energía. Por esto, Marcela Angulo comenta que el proyecto del ducto submarino subsana de una vez varios problemas: la escasez de agua, su costo y la huella de carbono. Y es que el agua transportada por esta vía vale menos de la mitad que la desalada: 0,49 centavosde dólar por metro cúbico. El componente energía representa menos del 5% del costo total y la huella de carbono sería una décima parte.
Pero el proyecto tiene otras bondades. Pedro Rivera Izam, ex director de Estudios de la Dirección General de Aguas (DGA) y hoy asesor de la iniciativa, explica que “tomar unos pocos metros cúbicos por segundo de agua en las desembocaduras de ríos de la zona sur es totalmente irrelevante en términos ambientales, mientras que extraer un metro cúbico por segundo de una zona Altiplánica en el norte puede significar un daño ambiental irreversible. La escala de las demandas en el norte es reducida, en relación con las ofertas en las desembocaduras del sur”.
Angulo también destaca que el agua en la costa del norte puede activar toda la agricultura de primores. “Además, abre posibilidades de recarga de acuíferos”, destaca. “Este proyecto mueve la barrera de lo posible, puede hacer florecer el Norte de Chile”, dice Patricia Pacheco.