La lucha por la exclusividad en suelos privilegiados de Santiago
A partir del acelerado crecimiento que ha experimentado el sector de La Dehesa en la comuna de Lo Barnechea, el municipio ha contemplado la creación de un Plan Maestro que normalice los problemas de vialidad por los cuales se ha visto más desfavorecida la comuna en estos últimos años. Este plan maestro, a cargo del urbanista Marcial Echeñique comprende además nuevas zonas comerciales y densificación en altura en algunos puntos. Ante esto los vecinos no han sido indiferentes y se han agrupado para desestimar esta idea de cambiar la actual imagen residencial de su comuna.
No es de extrañar que las personas que viven en estos lugares privilegiados en términos de naturaleza, tranquilidad, diseño arquitectónico, etc., quieran resguardar lo que buscaron en un comienzo de la adquisición de su vivienda. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el desarrollo y el crecimiento de la ciudad alcanzan estos lugares? ¿Cómo compensar a los vecinos? ¿Qué hacer en términos de densificación y cambio de usos de suelo? ¿A través de qué instrumentos se producen estos cambios? A continuación analizamos a través de los casos de Vitacura, Pedro de Valdivia Norte y La Dehesa, el fenómeno de las externalidades a partir de los desarrollos locales.
Uno de los casos en que se produjo una búsqueda de la exclusividad del uso de suelo residencial en la comuna, es en Vitacura comuna que finalmente y a través de un plebiscito ciudadano se opuso al aumento de la altura de construcción en 3 calles importantes de la comuna.
Otro caso que ha aparecido en la prensa es La Dehesa, comuna perfilada como uno de los lugares de Santiago privilegiado por su cercanía al cerro, sus reservas naturales y la imagen urbanística que ha ido forjando con el tiempo de la mano de las altas contribuciones que pagan sus habitantes, que hoy se sienten amenazados por el cambio de uso de suelo que puede experimentar la comuna ante un cambio en el plan regulador comunal.
Como otro de los casos emblemáticos dentro de la ciudad de Santiago, se encuentra el Barrio Pedro de Valdivia Norte, que sigue negándose a la idea de ser densificado por un importante número de vecinos, que ven peligrar la tranquilidad de su barrio por la explosión residencial y de oficinas que ha experimentado Providencia en estos últimos años. Los vecinos argumentan que este desarrollo se opone a la intimidad de los que se encuentran en este trecho de Providencia ubicado entre el cerro y el río, mientras que el resto de la ciudad sigue presionando por entrar a la actual zona céntrica de negocios y actividad económica y comercial.
¿Cómo compensar los costos del estancamiento?
Algunos de los factores que tienen en común estos casos son las percepciones de los vecinos sobre una posible descalibración entre la situación actual en la que viven y las consecuencias que traería el desarrollo de su sector. La complicación puede entenderse a través del fenómeno NIMBY que, en términos simples, es la reacción que se produce en un grupo de personas cuando consideran que hay alguna acción ejerciéndose en su territorio que los desfavorece en alguna forma.
Sin embargo, en este punto se hace necesario mirar las dos caras de la moneda. Si bien los argumentos a favor del estancamiento de este tipo de barrios sólo favorecen a un grupo reducido de personas en relación a todos los habitantes de la ciudad, no se puede desentender el hecho de que probablemente la mayoría de las familias que se ven ‘afectadas’ por estos cambios son las primeras que llegaron a habitar estos lugares, y quienes hoy ven amenazados los atributos por los cuales llegaron a establecerse en ese lugar.
De todas formas, independiente de la postura que se tenga en relación a estos barrios, a nivel de ciudad debe existir un proceso de reconversión de los terrenos que permita ir de la mano con el aumento poblacional, de manera de generar nuevas oportunidades a los habitantes, acomodándose y mutando para generar los mayores beneficios para sus ciudadanos. Este proceso de cambio debe ir de la mano con la información y las vías de participación necesarias de los vecinos de estos sectores cambiantes, que en términos de negociaciones pueden ir definiendo en conjunto con las autoridades las nuevas directrices que permitan un desarrollo más compensatorio para los vecinos originales.
¿A través de qué instrumentos se producen estos cambios?
Nuevamente llegamos a un problema de los instrumentos normativos con los que se construye la ciudad. El plan maestro, instrumento sobre el cual se pretenden hacer las consultas ciudadanas, no es un instrumento que permita regular, normar o desarrollar ciudad a partir de él, ya que no se trata de un instrumento vinculante. Esto quiere decir que ante una eventual votación de los vecinos por una u otra alternativa de desarrollo, el proceso se convierte en una suerte de pacto de palabra ya que no hay nada que norme que el plan va a ser establecido a partir de la votación popular.
Es así como el problema de reconversión de este tipo de barrios que se ven favorecidos por situaciones ambientales, económicas y muchas veces sociales y políticas, no tiene en la actualidad una solución que se dé de manera normada y que permita una efectiva compensación tanto para los habitantes de estos sectores como para el resto de la ciudad que tiene los derechos (pero no los recursos) para ubicarse en zonas con ese tipo de atributos.