Menos clases de historia, menos ciudadanos competentes
El otro día estaba en el metro cuando escuché uno de esos diálogos que hubiese preferido no oír. Dos veinteañeras hablaban cuando una le dijo a la otra, “Pero si en Chiloé no tienen luz po, eso me dijo una vez mi pololo”. Así, tal como lo leen. Luego comenzaron a tildar a algunas ciudades de lindas o feas, sin mayores argumentos (al menos no los decían), y después para mi fortuna me tuve que bajar.
Lo primero que pensé fue, ¿cómo es posible ser tan ignorante de tu propio país? Justamente por esos días había hecho noticia Castro, debido a la posible construcción de un mall en la capital de la isla. Después de eso, ¿todavía hay gente que cree que no tienen luz?
Esas niñas no tienen porque haber visitado Chiloé para tener una idea de los servicios con los que cuenta. Basta con ver algo de noticias, con una leída de titulares en los diarios para inferir que si quieren construir un hospital base o un mall es porque cuentan con luz eléctrica. Con unas buenas horas de geografía de Chile y estamos.
¡Ah! Pero resulta que ahora quieren disminuir las horas historia para los alumnos entre quinto básico y segundo medio. Cuando oí esta noticia me indigné, y lamentablemente no la puedo olvidar. Cada vez que escucho frases como “Pero si en Chiloé no tienen luz po”, pienso en cuánta falta nos hace conocer más nuestro propio país. Y, evidentemente, uno de los primeros educadores respecto de esto son los profesores de historia.
No me gusta ser autorreferente, pero yo no conozco todo Chile y sin embargo podría dar una noción de muchas ciudades de mi país. Y esto lo aprendí en el colegio (hace ya varios años), cuando en esas horas electivas de enseñanza media, veíamos geografía, regionalización, recursos naturales, actividades económicas, etc.
Pero bueno, esta no es columna sobre la calidad de educación, que claramente da para un ensayo completo. Yo sólo me quiero referir a cómo la poca enseñanza de nuestras ciudades afecta en la imagen que percibimos y vendemos de nuestro país.
En los últimos años he visto varias campañas para promovernos como destino turístico, como un buen lugar para invertir en Latinoamérica, etc. La verdad, se han esforzado para que Chile suba en los ranking de transparencia internacional, de calidad de vida, y en otros standards mundiales. ¿Pero quiénes debieran ser los primeros promotores de un país? ¡Sus ciudadanos, obviamente! Y volvemos al tema del City Marketing.
Nuestras autoridades debieran tener claro que para promocionar efectivamente nuestro país, hay que trabajar la imagen interna y la imagen externa. Como bien se expresaba en un post anterior, los primeros embajadores de un país son sus propios habitantes. Es por eso que no basta con dirigir todos los esfuerzos hacia los extranjeros o hacia los turistas, cada uno de nosotros debiera tener amplio conocimiento de sus ciudades y considerar el valor que tiene estar informado.
Y finalmente no es sólo por la función marketera, sino como virtud para ejercicio de la ciudadanía. Sino conocemos nuestros atributos y nuestras debilidades ¿Cómo enfrentamos la realidad? ¿Cómo hacemos un análisis crítico de nuestra historia? ¿En qué nos basamos para proyectar nuestro país y nuestras ciudades?