Población La Banda, o el Loa como testigo de Calama…
Existe mucha literatura sobre la relación entre las ciudades y los ríos. De cómo ciudades o civilizaciones se deben a los beneficios que entregan los ríos, cómo viven de sus suministros, y cómo también padecen sus crecidas. Así, los ríos son testigos activos de las historias de las ciudades
En el norte de Chile, Calama mantiene con el río Loa una relación llena de vicisitudes e historia y el sector ribereño de La Banda es quizás uno de los testigos privilegiados de lo pasado en esta ciudad, pero también de algunas de las tendencias urbanas que ella produce.
En un recorrido desde el Parque del Loa hasta el cementerio, a través de un camino asfaltado y de regular calidad, se puede atravesar y recorrer La Banda.
Desde el camino, el paisaje que se establece es mixto, los terrenos amplios (igual o mayor a 5.000 m2) de producción agrícola conviven con bodegas y galpones fabriles, también con casas de larga data que dan forma al camino y finalmente con rejas imponentes que muestran en su interior grandes casas relativamente nuevas, las cuales dan cuenta que La Banda está alojando a las parcelas de agrado en Calama.
Historia y origen de Calama en La Banda
Según el libro “Historia Ancestral oral y cultural de la población la Isla de La Banda, Calama” ( ( “Historia Ancestral oral o cultural de la población Isla de la Banda, Calama” Asociación Indígena de Regantes y Agricultores de Lay Lay, de Esteban Araya Toroco & Wilson Segovia Bartolo. CORE Región de Antofagasta. Este libro dio el puntapié inicial al interés por recorrer La Banda, y es fuente de muchos de los antecedentes que aquí se entregan. ) ) el sector ribereño conocido como La Banda se emplaza en territorios donde atacameños prehispánicos se habrían establecido aprovechando las ventajas que presentaba su ubicación ribereña en el camino entre la zona alta y la costa.
El tránsito entre altiplano y costa viene, para los autores, desde épocas prehispánicas, pasando por la extracción minera en Potosi, o las extracciones salitreras del sur de Bolivia o norte de Chile.
La ciudad de Calama en su ubicación actual tiene data posterior al territorio hoy ocupado por La Banda. “Recién hacia 1800 se reconoce la conformación del Asentamiento de Calama donde lo conocemos actualmente. Se constituye como un tambo dentro de la red de albergues para las caravanas de comerciantes y sus ganados, en el tránsito entre el puerto de Cobija y los centros mineros de Oruro y Potosí en el Alto Perú” (pag.17).
Pero La Banda no es sólo conexión con el origen prehispánico de Calama, sino también un actor principal en la anexión de este territorio a la República de Chile durante la denominada Guerra del Pacífico.
El territorio de La Banda fue escenario de batallas, y cerca de él se recrea año a año, los 23 de marzo, la disputa entre los ejércitos chileno y boliviano, de la cual los primeros salieron triunfadores. Sin embargo, al ser un testigo privilegiado de esta batalla, La Banda también cuenta aspectos muchas veces olvidados por las efemérides oficiales, como son la destrucción y muerte que trajo la llegada de las tropas chilenas, lo cual hasta el día de hoy es recordado por algunos habitantes de La Banda, tal como lo destaca el libro antes mencionado.
Así La Banda es testigo de una Calama tardía históricamente y portadora de las dos caras de todas las batallas, la gloria del triunfo y la desdicha de quienes tuvieron que emigrar o que sobrevivieron a la destrucción.
Cambio y mutación del sector
Pero este sector sigue hasta nuestros días contando la historia de Calama, tal como lo relata Don Miguel, quien cuenta que el sector ha cambiado mucho en los últimos años. En sus recuerdos está la imagen de cuando sólo existían dos casas, una donde vivía él y otra donde habitaba su tío. O como la mayoría de las casas que después se desplegaron cerca de su actual casa eran de familiares que ya no están.
Recuerda además que, en un sector donde actualmente se construyen unas casas, pasaba un brazo del río Loa. Y justamente, entre dicho brazo y el río se levantaba un área que no se inundaba en las crecidas, una Banda, y así habría nacido el nombre del sector. Al mirar esa huella del río y las casas en construcción , plantea la preocupación por una posible futura salida del río por ese brazo.
Al salir del camino principal, siguiendo alguno de los accesos al río se puede llegar a éste. Un grupo de de tres hombres realiza un asado y mira atentamente el paso del automóvil. Dejándolos atrás, y avanzando por el camino que va entre el río y la muralla interminable de una fábrica, llego hasta donde el camino se acaba. La retirada en reversa por lo estrecho de la huella es siempre acompañada por la atenta mirada de un guardia de seguridad ubicado en lo alto de una caseta sobre la muralla fabril.
Finalmente, al retornar al camino, este desemboca en el cementerio, y desde ahí, hasta el centro de la ciudad, no son más de diez minutos en automóvil.
Así, La Banda aloja una serie de destinos: fabriles, agrícolas, de esparcimiento y de habitación, ya sea en las casas que dan borde al camino, o aquellas más nuevas en terrenos amplios.
Reflexiones finales…
Este recorrido a través de un libro así como visual a través de un automóvil deja una serie de reflexiones, como por ejemplo saber cuánto de lo que hoy es Calama y su identidad se explica por el tránsito que ha caracterizado a este territorio de borde fluvial, o cómo las labores etractivas y su posterior comercialización es la historia que trasciende por mucho a Calama.
Y en la misma línea, cómo algunos trozos de ciudades del norte de nuestro país pueden trascender la historia del estado chileno, y vincular su proyección y su pasado con tragedias que enorgullecen al resto de la ciudad.
Cómo poder rescatar las historias como la de don Miguel, quien con su preocupación ve lo que en un futuro próximo será la casi segura inundación de sectores que actualmente se construyen en lo que fue un brazo del río Loa. Cómo poder incorporar como datos técnicos de proyectos de infraestructura y habitacionales la historia de los habitantes.
Y finalmente qué hacer con aquellos sectores de la ciudad que son su patrimonio material (arquitectónico) e inmaterial (historias y cultura oral). Cómo contar la historia y cómo planificar el futuro de nuestras ciudades, cultivando también su pasado, su patrimonio, el cual, ya no crece por sí sólo, necesita de nuestro cuidado.
Para responder algunas de estas preguntas, quizás los ríos sean una fuente valiosa de información, y su sonar no es tan sólo presagio de una crecida, sino una voz constante de la historia del territorio.
Pingback: visualizarioloa()