El patrimonio histórico que desapareció en el incendio de la iglesia de Providencia
No era Monumento Nacional, pero la Iglesia de las Hermanas de la Providencia tenía un museo y un pensionado de señoras desde 1880.
por Alejandra Carmona
(La Tercera – 26/01/2011)
Toc-toc. El golpe cae seco sobre el piso. “Estas maderas llegaron en un buque que venía a buscar salitre”, dice el cardenal Jorge Medina golpeando con su bastón el pino oregón ceniciento. Han pasado 18 horas desde que se encendió la alerta de fuego en la Iglesia de las Hermanas de la Providencia y ahora, cuando ya se ha controlado, él recorre -cubierto con una chaqueta de la Tercera Compañía de Bomberos de Santiago- lo que queda de este lugar que conoció cuando niño. No es más que escombros, vigas incendiadas, olor a quemado y pequeños brotes de fuego que hacen humear los vestigios en diferentes puntos de la iglesia.
Las llamas devoraron el templo, el pensionado de señoras y el museo que albergaba todo tipo de recuerdos de Bernarda Morín, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Providencia en Chile. El calor también derritió algunos recuerdos.
“Esta iglesia era muy importante en el sector. Había una hermana, la hermana Valencia, que tocaba de manera celestial el órgano de tubospara el Mes de María”, recuerda Medina, quien quiso dar su segunda misa en esta iglesia, después de ser ordenado sacerdote el 14 de junio de 1955. Vivía en la calle José Miguel Infante 253, cerca de monseñor Sergio Valech, quien habitaba una casona en Salvador con Providencia y también iba a misa.
Entonces, había todo un mundo que ahora quedó bajo las brasas: un altar de mármol, un ciborio -una especie de tela que cubre un altar- y columnas de mármol. También una imagen de Nuestra Señora de los Dolores. Por la entrada principal, en Providencia, hacia la izquierda, un par de salas cobijaba objetos y artículos que pertenecieron a Bernarda Morín y que formaban parte de un museo. Todo eso fue consumido por las llamas. Los que sí se salvaron fueron los restos de Morín, que descansaban en el centro de la iglesia, resguardados por una lápida de mármol. Una vez controladas las llamas fueron inmediatamente trasladados hasta la casa provincial, a pasos del epicentro del fuego. Todo lo que tenga que ver con esta religiosa es fundamental para la Congregación, ya que en Chile concluyó el proceso para resolver su beatificación y pronto el Vaticano hará lo mismo.
Monjas viajeras
Actualmente, la iglesia sólo abría sus puertas para misa de mediodía los domingos y para algunos matrimonios.
Cerca de 20 religiosas viven en la casa provincial y local, que se salvaron del fuego. El resto -el pensionado y noviciado-, edificado por Morín en 1880, fue consumido por el fuego. En el primero de ellos había 30 ancianas; la mayoría fue trasladada a casas de sus familiares. Sólo quedan cuatro.
La congregación llegó a Valparaíso en 1863, en el barco Santa Elena, desde Canadá, donde fue fundada en en 1843. Bernarda Morín era la más joven de las novicias, tenía sólo 20 años.
“Según lo que cuentan las monjas, la detención en Chile iba a ser pasajera, pero ‘providencialmente’ se quedaron en el país. Su patrona era la Virgen de los Dolores y por eso cuidaban ancianos, inmigrantes y personas enfermas. La comuna se llamó Providencia en honor a ellas y todas sus obras eran muy queridas”, cuenta maría Elena Troncoso, secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Bienes Culturales de la Iglesia.
En sus comienzos el convento era enorme y era propiedad de las hermanas, aunque había sido donado por el gobierno de Manuel Montt. Tenía cerca de tres hectáreas que fueron cediendo terreno a los edificios vecinos a partir de mediados de 1950, cuando la congregación comenzó a vender. Hoy son dueñas de cerca de una hectárea.
A fines del siglo XIX, el sector del pensionado para señoras -que quedó destruido con el incendio- servía para albergar a las madres y hermanas de las religiosas. Con los años, el lugar se fue abriendo a personas comunes y corrientes que querían pasar en este lugar sus últimos años.
En 1993 la iglesia fue remodelada por la arquitecta Amaya Irarrázaval. “En esa oportunidad restauramos la nave central de la iglesia y recuperamos cornisas. El techo era un pedazo de género, entonces se completó con ángulos, perfiles y medallones de madera y yeso”, cuenta Irarrázaval.
En ese momento también se mandaron a hacer nuevas luminarias: pequeñas lámparas de tres cuerpos que imitaban a las de gas que se usaban hacia fines del siglo XIX. También se confeccionaron vitrales para los confesionarios y se reforzó la parte estructural de los muros que tenían problemas en las esquinas. Sin embargo, nada de eso colapsó con el terremoto del 27 de febrero.
Recientemente, Irarrázaval había visitado el lugar para comenzar a trabajar con su equipo en la restauración de grietas menores que dejó el sismo.
“Nunca quisieron nombrarla Monumento Histórico, espero que ahora se haga un esfuerzo por recuperarla y no despertemos un día con tres grandes torres. Si no nos preocupamos por el patrimonio nos va a pasar lo mismo que cuando se acabó el salitre. No vamos a tener cobre, la pesca está sucumbiendo. Podrían quedar este tipo de vestigios que nos servirían incluso para el turismo. espero que se piense en eso”, finaliza Troncoso.
Puertas semi abertas
La iglesia abría sus puertas para recibir al público general sólo los domingos al mediodía. Otro de los servicios que entregaba hasta ahora era la celebración de matrimonios. El museo de Bernarda Morín era sólo para la congregación.
Arzobispado propone restaurar el edificio
Apenas supo del incendio, el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, se contactó con las religiosas de la congregación Hermanas de la Providencia. “Es un dolor para la Iglesia. Naturalmente se destruyó un patrimonio histórico y religioso de significación”, señaló. “Estoy muy cerca de las Hermanas de la Providencia, esperando que este acontecimiento no incida en su ardor apostólico, en el servicio de la juventud y tantos otros”, agregó.
Ezzati dijo que esta iglesia es un templo patrimonial de significado mayor, y que había sido restaurado algunos años atrás para ofrecerle al país un testimonio de cultura religiosa. “Esperamos que todo esto pueda ser recuperado de alguna manera, con ayuda de todos”, agregó.
Por su parte, María Elena Troncoso, secretaria ejecutiva de la Comisión de Bienes Culturales, expresó: “La meta de la Conferencia Episcopal es salvar este patrimonio y restaurarlo por completo”.
Ayer la comisión que preside comenzó el análisis en terreno del recinto para evaluar los daños y las medidas de restauración. Troncoso señaló que pese al voraz incendio, la mayor parte de los muros del edificio se mantiene en pie. “Tenemos que hacer estudios todavía, pero por lo que se ve a primera vista, al menos, un 80% se conserva”, señala. Asimismo, la comisión comenzará a rescatar los objetos y restos que se salvaron. “Vi la restauración, tras un terremoto, de una basílica en Asís. Recogían pedacitos de hasta un centímetro y los guardaban en cajas identificadas. Esto sirvió para restaurar entera la basílica”, asegura.
Troncoso agrega sobre el futuro de la iglesia: “Vamos a comprobar qué tipo de medidas de seguridad anti-incendios tenía la construcción y tendremos que aprender de errores tan profundos en el cuidado de nuestro patrimonio, como la falta de una muralla separadora entre la iglesia y el hogar”.
Para el alcalde de Providencia, Cristian Labbé, el siniestro dejó una enorme pérdida patrimonial.
“El conjunto religioso, que conocemos como la Casa Matriz de las Hermanas de la Providencia, se perdió totalmente. Entre la noche del lunes y ayer y no queda nada. Algunas murallas están en pie, pero en general el lugar está completamente destruido: la sacristía, la nave central y el hogar de ancianas”, explica Labbé. “Además, la ciudad se reconoce por sus edificios y esta iglesia, que acoge a las hermanas que dan el nombre a Providencia, data del siglo XIX y era un símbolo de la comuna”, agrega.
De todos modos, el edil precisó que aún se esperan las pericias de ingenieros y calculistas estructurales para ver qué decisiones se tomarán en relación a la reconstrucción del lugar.
El arquitecto experto en restauración Raúl Irarrázabal afirma que “para evitar que se repitan estos incendios, los edificios patrimoniales deben mantener su parte eléctrica muy sana, una red de agua o gas contra incendios y cortafuegos cada 30 metros, porque sus techos son de madera muy seca”, concluye.