¿La Arquitectura en retroceso?: Diseño reciente de vivienda social en Chile
La polvareda que levantó el terremoto 27F recién deja ver algunos de los efectos y resultados que tendrá la reconstrucción de viviendas, barrios y ciudades de Chile, con sus diversos alcances. Algunas señales, luego de la poco útil interpelación ajedrecística de Latorre contra Matte, asoman señales y números: 500.000 nuevos pobres por perder sus casas, 100.000 subsidios dados/prestados/otorgados en diciembre 2010, miles de obras en ejecución y decenas de planes terminados. Cifras y cifras frente a las cuales parece pertinente validar el avance logrado, pero también ampliar el rango histórico de análisis y comprender que pese a la catástrofe (y su impostergable reparación), íbamos por un sendero que parecemos haber extraviado.
En la escala de la vivienda. el MINVU ha logrado con esfuerzo convocar más de noventa diseños de viviendas sociales “en sitio propio con proyecto tipo”, poniendo nuevamente a prueba a los profesionales vinculados al diseño arquitectónico, el cálculo estructural, a los materiales resistentes y las especialidades. En su lectura conjunta, estas propuestas demuestran el dinamismo económico y creativo de un País pujante, pero a la vez abren nuevos campos de discusión, comprensibles algunos por la urgencia, inexplicables otros por una caducidad que suponíamos superada.
Entonces, ¿Cuánto hemos avanzado los profesionales dedicados a la ciudad en generar mejores diseños de unidad, conjunto y calidad del hábitat construido?
Recordemos nuestra historia reciente para deshacernos de mitos: hasta antes del concurso de vivienda Elemental en 2003, respaldado en ese entonces por motivadísimos arquitectos e ingenieros, todos ex alumnos y profesores de la UC más la promesa de ejecución del MINVU, el diseño de la vivienda social en Chile era visto como un trabajo sucio, aburrido y exclusivo de burócratas y constructores de baja calidad. Sin embargo el concurso con su grata parafernalia y tremenda convocatoria fue capaz no sólo de dar vuelta la moneda y transformar el diseño de vivienda social en un nuevo tópico de altísimo interés profesional, académico y ciudadano, sino que además puso sus resultados en portadas de las revistas mas prestigiosas del mundo de la arquitectura y el diseño. Entidades gubernamentales fueron avalando el proceso y otras instancias académicas vinculantes, como el INVI, observaban este adelantamiento lleno de energía y buena intención.
En definitiva, este avance fue notable y se cruzó con otras acciones filantrópicas que en sinergia habían permitido acercarnos a la meta de terminar con los campamentos, con una nueva lógica urbana de entregar conjuntos habitacionales con diseño de primera calidad, control del crecimiento, diseño comprendido del conjunto, soporte social para el barrio, cercano a las redes pre-existentes de los beneficiarios y cercanos a equipamientos debido a su mejor emplazamiento dentro de la ciudad, mejorando levemente la segregación urbana. Es en este contexto correctivo, con la Concertación en retirada (ya autoasumida en el re-subsidio y la demolición generalizada de bloques tipo C), cuando ocurre el terremoto-tsunami del Bicentenario.
Ya lo sabemos: No obstante la velocidad que se exige desde todos los sectores sociales para reparar los daños, los tiempos de la ciudad son distintos a los de la política. La definición de diseños de vivienda, los planes de reconstrucción terminados y la posterior ejecución de obras ya contratadas son los argumentos cuantitativos con los que los bandos se atacan y defienden, sin detenerse en la pregunta de si tal aceleración se torne enemiga de los resultados.
Ahora en una aproximación más bien académica, observemos el contenido del documento ministerial: el catálogo de viviendas sociales confeccionado por MINVU parece no recoger la calidad de diseño arquitectónico que suponíamos haber alcanzado colectivamente. A modo de ejemplo, llama la atención que sólo dos de las noventa soluciones puedan ser consideradas una reinterpretación patrimonial (N° VALPO-05-TIE-01-44 y N° OHI-06-WOR-01-50), que sólo 3 hayan hecho explícito un sistema de agrupamiento capaz de regular la densidad (N° S.MAULE-003-ICS-1-44 y N° DITEC-0022-NTC-01-57), o que sólo tres (N° DITEC-0022-NTC-01-57, N° VALPO-06-STA-01-48 y Nº SMAULE-006-CC-1-50) se hayan planteado la sustentabilidad ambiental como lineamiento central.
Cifras desequilibrantes como para suponer sólo una cuestión de gustos o urgencias, denotando la diferencia entre lo que suponemos deber hacer y lo que realmente estamos haciendo. Es de suponer que los PRES y PRU terminados y por terminar vuelquen sus buenas propuestas en nuevas tipologías de vivienda que puedan cumplir (y ese es su desafío) con los nuevos requerimientos técnicos y económicos del diseño de vivienda solicitado.
Cuando tanta falta nos hace ver titulares inversos, donde 500.000 chilenos dejen la pobreza por recuperar las viviendas dignas, bien diseñadas, resistentes y correctamente emplazadas que estábamos edificando hace pocos meses y así dejar atrás de una vez por todas el cortoplacismo y los (evitables) olvidos que nada bueno podrán entregarnos.
¿Se nos pasa el momento de un nuevo concurso internacional de vivienda social avalado por la Academia, el Estado y los ciudadanos?, o al menos, ¿Serán los tiempos de un nuevo y amplio acuerdo?