Muralista, la nueva profesión urbana
Ha pintado muros en el Metro, el Centro Gabriela Mistral y un spa en Las Condes. Ahora este oficio es una fuente de ingresos para el artista Tony Bolero.
por Diego González
(La Tercera – 14/02/2011)
Miguel Angel Castro tiene 24 años y la semana pasada terminó de pintar un mural para un spa de niños en Las Condes. En esa oportunidad el dibujo consistió en diferentes pequeñas arreglándose y pintado sus uñas en actitudes muy femeninas. Una muestra de cómo puede ser un mural a pedido. Donde el cliente determina el dibujo y el lugar, y el muralista es quien se encarga de lo demás.
De las aulas a los muros
En su círculo es más conocido como Tony Bolero, un nombre artístico que deviene de uno de sus primeros recuerdos de niñez: el olor de la cazuela cocinada por su madre al tiempo que sonaban en la radio los ritmos de Lucho Gatica y Antonio Prieto.
El artista ha pintado lugares de Santiago, como la estación del Metro Las Mercedes, el teatro Palermo de Puente Alto y la sede del histórico Sindicato de la Papelera. Además, fue uno de los encargados del extenso mural que adornaba el cierre perimetral del Centro Cultural Gabriela Mistral cuando este se encontraba en construcción.
Miguel Angel entró a estudiar Teoría del Arte a la Universidad de Chile apenas salió del colegio. Sin embargo, cuando cursaba el cuarto año de la carrera, decidió abandonar los estudios y dedicarse al muralismo de manera autodidacta. “Yo creo que la vocación artística no se puede mensurar. En la universidad ayudan a modelarte, aprendes cosas, pero también te desaprendes a ti mismo. Además, el grafiti y los murales no tenían tanta validez y los miraban como un arte de segundo orden”, comenta.
Al parecer la decisión fue acertada. A cuatro años de eso, Miguel Angel puede vivir de pintar los muros que se le ofrecen en la ciudad. Para él, esto se debe a que “un mural es algo que suma. Puede cumplir una función publicitaria, de marketing o simplemente embellecer con colores un lugar que se mantiene oculto a los transeúntes”agrega.
Redes sociales
Uno de los puntos que destaca en su forma de trabajo es cómo se publicita. Para ello, usa exclusivamente plataformas digitales como Blogger y Flickr, lo que le permite exhibir sus trabajos al tiempo que comparte con otros grafiteros, muralistas y dibujantes, conformando una red social de contactos e intereses.
Para Tony Bolero, las cosas no siempre son sencillas. Muchas veces el precio del mural significa un impedimento para aquellos que quieren tener un dibujo en su casa o empresa. “Es difícil, porque muchas personas no saben cuánto cuesta pintar un muro. Una lata de spray vale tres mil pesos y se necesitan por lo menos 10 para cada diseño. A veces digo un precio y los trabajos se ‘caen’, porque son pocos los que están dispuestos a gastar eso en un mural, pero si en un celular”, sentencia.
La elaboración de un mural es un trabajo creativo que lleva tiempo. Los precios, incluyendo pinceles, pinturas, sprays, bordean los 20mil pesos por metro cuadrado. Sin embargo, para Miguel Angel, estos costos quedan en segundo lugar gracias al valor agregado que entregan. Además, respoden a una de las carencias que tiene la urbe. “Es un proceso natural que vive la ciudad, en cada momento es invadida por un montón de impulsos visuales que tienen que ver con promociones comerciales o políticas. El muralismo es una necesidad estética del hombre que equipara la balanza con las otras ofertas publicitarias”, agrega.
Tiempo ha pasado desde que comenzó a pintar en Octavo Básico. Atrás quedaron las salidas en las noches y convertirse en una molestia para sus vecinos. Hoy Tony Bolero puede vivir con lo que más le gusta. “Mis pinturas son menos políticas y más estéticas. Una de mis intenciones es alegrar la ciudad. Tomarse los muros con un mensaje positivo que reciban los santiaguinos”.