Resurgen los lofts en el centro de Santiago
Convertir en lofts las viejas casonas de los barrios tradicionales, como República, Yungay y Dieciocho, está de moda. Los proyectos están en la mira de profesionales jóvenes que valoran la restauración de edificios y vecindarios con historia.
por Darío Zambra
(La Tercera – 22/02/2011)
En busca de sitios para levantar un nuevo edificio de departamentos, en 2007, los dueños de una joven inmobiliaria dieron con un terreno en la calle José Miguel Carrera, en el barrio República. Pertenecía a una empresa de repuestos de autos y tenía una particularidad: incluía una antigua casona, que data de la primera década del siglo XX.
Estaba en pésimo estado. “Tenía 40 centímetros de basura y había hoyos en las paredes”, cuenta Gonzalo Santolaya, gerente comercial de Deisa, la inmobiliaria detrás de esta tendencia.
El arquitecto Hugo Vicuña, de la oficina de Ruiz Tagle Vicuña y también propietario del proyecto, cuenta que entonces decidieron hacer un edificio dentro de la casona, de 600 m2. Sólo se conservó la fachada principal. “Toda la parte de atrás se demolió”, explica el arquitecto.
Al interior del inmueble se construyeron 10 lofts de 70 m2 -en promedio- cada uno. Además, se levantaron otros 10 en un edificio nuevo contiguo, con la que comparten un espacio abierto común, que busca recrear el patio original de la casa.
Y eso no fue todo. A la derecha se levantaron 193 departamentos convencionales que, según Vicuña, se relacionan armónicamente con la antigua casona. “La incorporación de un edificio de departamentos hace más rentable el negocio, porque hacer este tipo de restauraciones es muy caro”, asegura el arquitecto David Assael, fundador de Plataforma Networks.
El interés por habitar estos espacios, inspirados en los edificios del Soho neoyorquino, proviene principalmente de profesionales jóvenes ABC1 que, en su mayoría, no tienen hijos. Ellos valoran residir en barrios con historia. “Algunos tienen un vínculo con el barrio, porque sus padres o sus abuelos en algún momento vivieron ahí, cuando el sector estaba en manos de la clase alta”, afirma Vicuña.
Assael explica que las primeras iniciativas de este tipo surgieron a comienzos de la década pasada. “Hubo un par de empresas que lo hicieron, pero no les fue muy bien, porque el negocio tiene mucho riesgo. Todos requieren un subsidio patrimonial muy fuerte por parte del Estado y del municipio, que nunca se realizó”, asegura.
El arquitecto asegura que el boom de los lofts se produjo entre 2000 y 2007, pero ese año la oferta decayó por lo poco rentable. Ahora, este tipo de viviendas volvió a ser parte de la oferta inmobiliaria del centro.
Varios de estos proyectos se concentran en el sector de Yungay y Brasil. En enero pasado, una conocida inmobiliaria vendió el último de los nueve lofts que tenía en la calle Cueto con Santo Domingo. Su principal característica es que habían rescatado la fachada de una casona que data de fines del siglo XIX y que perteneció al naturalista Ignacio Domeyko.
En la calle Lucrecia de Valdés, en pleno barrio Yungay, otra empresa restauró dos mansiones de principios del siglo pasado para construir un proyecto de 12 lofts.
Los propietarios del edificio de Carrera ya vendieron el 20% del proyecto. Tanto les gustó la experiencia, que buscaron otro lugar para concretar una iniciativa similar. Y encontraron una extensa propiedad, de estilo neoclásico francés, en la calle Dieciocho, que abarcaba cuatro números: la casona E.F. Harrington, construida en 1911 por el arquitecto del mismo nombre. Ocupa casi toda la manzana comprendida entre las calles Dieciocho y San Ignacio, y está a espaldas del Palacio Cousiño. Aunque parece uno más de los caserones que tuvo este barrio en su época de esplendor, Vicuña cuenta que, más bien, era utilizado como un cité o un conventillo. “Ahí vivían varias familias hasta hace poco”.
La iniciativa tuvo que ser aprobada por el Consejo de Monumentos Nacionales, por su carácter de Conservación Histórica. Hoy en el lugar se construyen 30 lofts y un edificio contiguo de ocho pisos. Ambos estarán conectados por los tres patios interiores originales del inmueble.
Tan entusiasta ha sido el negocio para Deisa y Ruiz Tagle y Vicuña, que actualmente están buscando más casonas en la zona del Club Hípico, Cumming y el barrio Brasil. “Todo esto tiene un dejo de satisfacción personal, porque si no se hicieran este tipo de proyectos quedarían botadas y, en el mejor de los casos, terminarían con okupas”, concluye Vicuña.