Concejo niega patente a local aledaño a Zona Típica en Ñuñoa
El Concejo Municipal de Ñuñoa negó el permiso para funcionar como discoteca a Club Mandril, luego del rechazo de los vecinos.
por C. Terra/ D. González
(La Tercera – 11/03/2011)
Pensaban que podría empezar a funcionar como discoteca ahora en marzo o en abril. Pero la oposición de los vecinos y del Concejo Municipal de Ñuñoa está obligando a los dueños del Club Club Mandril -ubicado en Irarrázaval 1970, a la altura de Antonio Varas- a replantearse el proyecto. Esto, luego de que el 9 de marzo el concejo municipal resolviera no autorizarles la patente de salón de baile (que incluye la de alcoholes).
La votación de los seis concejales, sumada a la del alcalde, Pedro Sabat, fue unánime. “Se rechazó, principalmente, por consideración a los vecinos, ya que la discoteca se emplazaría a un costado de un barrio patrimonial”, dice la concejala Maya Fernández (PS) refiriéndose al barrio Suboficiales de Caballería, cuyo conjunto de 113 viviendas diseñadas por el arquitecto Luciano Kulzcewski en los años 20, fue declarado Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales en mayo de 2007.
El Club Mandril se comenzó a construir hace dos años en Irarrázaval. Los socios del proyecto, Sebastián Jiménez y Mackarena Seppi, compraron en 2008 dos casas pareadas de tres pisos y obtuvieron permiso de la Dirección de Obras Municipal para refaccionarlas como local comercial. “Inicialmente, íbamos a construir un restaurante, pero el año pasado nuestro proyecto mutó y decidimos convertirlo en un lugar de buen nivel para ir a bailar”, dice el representante legal de Sebastián Jiménez (quien prefiere no dar su nombre).
Pero para funcionar legalmente como discoteca necesitaban la patente de salón de baile. Según el abogado de Jiménez, acataron los requisitos que pedía la municipalidad. “Cumplimos con la norma acústica definida por el Sesma y no se escucha absolutamente nada desde afuera. Además, teníamos un contrato de arriendo de 117 estacionamientos gratuitos para los clientes, en un terreno ubicado en la vereda del frente. Pero la oposición de algunos vecinos fue un factor que pesó mucho en el dictamen del concejo y que no debería haber sido tan gravitante”, afirma.
El concejal (MNI), Manuel Guerrero, aclaró que una vez que se entrega una patente de alcoholes, “las externalidades negativas no corren para caducar la patente”. Esto quiere decir que si los vecinos tienen un reclamo, no podrán alegar el cierre de un local de estas características. “Teniendo en cuenta la experiencia anterior de la Kmasú (ubicada a dos cuadras y a la que no se le renovó su patente en 2008 por ruidos molestos), el concejo es cauteloso con los permisos y considera a los vecinos”, dice Guerrero.