Carta destacada de la semana: “Aeropuerto Cerrillos”
A lo largo de este mes hemos visto varias noticias sobre la hasta hace poco no definida situación del ex Aeropuerto Cerrillos. Finalmente, la ministra Magdalena Matte aseguró que el gobierno tiene decidido instalar en el sector proyectos habitacionales, y no reabrir la pista aeronáutica. Aún así el debate sigue, y quedan definiciones legales pendientes.
Esta carta analiza las posibilidades y dificultades de transformación del sitio, que presenta instalaciones de almacenaje de combustible y otras características que necesitan saneamiento del terreno, antes de construir cualquier otro proyecto.
Esta carta fue publicada en La Tercera, el viernes 18 de marzo.
Señor director:
Después de 10 años del anuncio y de cinco del cierre de las actividades aéreas, los cambios y contracambios que ha sufrido el proyecto de reconversión urbana de los terrenos del aeropuerto de Cerrillos reflejan una mala decisión política y una peor decisión económica.
Entretanto, unos ralos arbustos, un charco de agua y una alta torre de hormigón que viola la escala del barrio son las únicas obras que justifican el desperdicio de haber destruido una infraestructura que se echó en falta en el último desastre telúrico; únicas obras que valen los cerca de US$ 630 millones de dólares que costará la aventura y que al final pagarán los contribuyentes.
Los aeropuertos son los menos propicios para ser reconvertidos en usos residenciales por los efectos malsanos que tienen en la salud pública, los miles de litros de carburante de alto octanaje y aceites depositados en el suelo por los 70 años de uso del campo de aviación. Hoy, lo único justificable es la ejecución de un plan de saneamiento del suelo y favorecer el corredor de ventilación de baja altura, destinando las 245 hectáreas en un parque intercomunal.
Los edificios y los aviones en tierra del Museo del Aire son los mudos testigos de una aventura que no cuajó por falta de razones, porque lo que requiere el barrio no son más casas, sino espacios de vida, áreas recreativas que apacigüen la mala calidad ambiental del sector, colmado de industrias químicas, bombas de tiempo prontas a estallar, como sucedió el pasado fin de año.
Jonás Figueroa Salas
Urbanista