De la Torre de Babel a la industrialización…
El discurso global es un derivado indirecto de la industrialización del siglo XX, “la invención de la máquina de vapor está en el origen de la revolución industrial que durante los últimos dos siglos ha dado lugar al abandono progresivo del mundo rural, al fuerte crecimiento de las ciudades, a la aparición de capital y el trabajo como factores diferenciados y al nacimiento de nuevas clases sociales como son la burguesía y el proletariado. Las diferencias sociales se expresaron con mucha fuerza en el contraste entre el campo y la ciudad, y dentro de la ciudad industrial, en la segregación entre los barrios burgueses sofisticados y los barrios obreros infradotados y con condiciones mínimas de habitabilidad”1 . En palabras de Koolhaas hemos producido el espacio basura, la suma total de nuestro éxito actual, y a pesar de haber construido más que todas las generaciones anteriores juntas, en cierto modo no se nos recordará a esa misma escala2. Se levantan estructuras provocando la ley de gravitación universal de Newton, fábricas e industrias se adueñan del paisaje urbano en las megas ciudades, se tensan puentes que vuelan por los aires, los trenes ya intervienen la vida marina cruzando océanos, y lo más asombroso, todo esto pasa en tiempo récord.
¿Acaso no es esto sinónimo de progreso, el mismo progreso derivado de la revolución industrial y la nueva revolución digital? Efectivamente sí hacemos ciudades en tiempo récord, pero también parece que nos hemos basado únicamente en parámetros de factibilidad, productividad, puntos de equilibrio, y con la urgencia de alcanzar una utilidad no del 200% sino del 500%, a esto sumado intereses de algunos alcaldes y gobernadores cuyas agendas los urgen para justificar su gobierno o subir sus índices de popularidad. Y es quizás allí donde nace mi inconformidad por un lado con esos que hacen las leyes y con los que las aprueban, y escepticismo hacia las constructoras las cuales me dan la sospecha de estar más interesadas en hacer la ciudad que en pensarla realmente.
Por lo tanto cuando directrices netamente políticas o de lucro priman sobre el discurso urbano contemporáneo enfrentamos dos situaciones, la primera es la moda del rascacielos en masa, un edificio ingenuo en términos espaciales y de habitabilidad al ser producto de la estandarización, irrespetuoso en su lenguaje con el lugar y con la memoria del colectivo. Ambos, el rascacielos Fosteriano de primer mundo como a las torres de 30 pisos que se levantan sobre nuestra cordillera andina, ¿En qué momento desvirtuamos la Torre de Babel? ¿Fue la industrialización?¿ Fue un error estadístico que la reividincó, o nuestra cultura del consumo? ¿El fenómeno de comercialización del derecho? ¿O fue simplemente nuestra incapacidad como ciudadanos de entender nuestras propias responsabilidades con y hacia la ciudad?
En este sentido vivimos en un panorama cada día más oscuro; oscuro porque son más rascacielos pretendiendo superar los cerros orientales y ocultar el ascenso o el poniente del sol, como lo es el caso del reciente proyecto de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar No 61-05. ¿Cuál es la intención de los rascacielos? Supongo que figurar, por ego compiten a tocar el cielo, pero en realidad pretenden el efecto de intimidación Orwelliano “Big Brother”3 , verlo y controlarlo todo, Londres sabe bien de esto. Nos construyen rascacielos por doquier, centros de negocios en las grandes capitales, y en las que no también, nos da lo mismo, ya nada nos sorprende.
La segunda situación es aún más grave, resulta ingenuo no mirar el contexto y considerar las circunstancias que están definiendo nuestro crecimiento. De no poder acceder económica y socialmente a la élite del rascacielo, el hogar es inmediatamente conducido al cinturón periférico de urbanizaciones piratas, desprovistas de servicios básicos, infraestructura, salubridad y obligados a la autoconstrucción instintiva para erigir una estructura sismo resistente en la precariedad de sus condiciones, esto ligado a la problemática social y las altísimas tasas de criminalidad. El resultado es una sub-urbanización de la periferia, “la conurbanización”, un crecimiento horizontal de ciudades dormitorios dependientes de una economía marginal, y enclaves que nos hacen preguntarnos donde termina la ciudad y empieza lo rural. Según informes de la ONU, más del 50% de la población mundial vive hoy en día en ciudades y con la proyección de que ese porcentaje llegará a 70% en 2050. Por lo tanto, es necesario combatir la urbanización en ciudades como Lagos, México DF, Delhi, y Jakarta entre otras, cuya expansión urbana no cesa. Enrique Peñalosa advierte que son precisamente esas ciudades las que determinarán si el mundo puede ser o no sostenible, y no solo en términos ambientales y económicos sino sociales, ya que una ciudad debe promover como mínimo un principio de igualdad. En ciudades emergentes de países en vía de desarrollo el proceso de urbanización es desenfrenado, debido a las diferentes variables que se suman (industrialización, alta tasa de índices de natalidad y desplazamiento forzoso entre otros). De acuerdo a cifras de la ACNUR, más de 3,5 millones de colombianos han sido desplazados por causa del conflicto armado en los últimos 50 años. Si bien el Gobierno Santos no reconoce estas cifras, hemos superado los números reportados en República Democrática del Congo, Irak, Afganistán, Paquistán. En el caso de Bogotá (municipio del país que más población desplazada alberga), la Consultoría para los Derechos Humanos, Codhes, estima que, casi 400.000 desplazados por la violencia llegaron a Bogotá durante el periodo 1998-2009. Por su parte, la ciudad de Soacha, ha recibido cerca de 30.000 personas desplazadas en los últimos diez años.
- Territorios Inteligentes, nuevos horizontes del urbanismo, Alfonso Vergara, Juan Luis de las Rivas, Edición 1ra Nov 2004, Fundación Metrópoli [↩]
- Según el arquitecto holandés Rem Koolhaas si la basura espacial son los desecho humanos que ensucian el universo, el espacio basura es el residuo que la humanidad deja sobre el planeta. Espacio Basura, págs. 6-7 Editorial Gustavo Gili, 2008 [↩]
- Big Brother: Suple todo personaje político. Único y todopoderoso que vigila la actividad cotidiana de una población determinada mediante un sistemas de cámaras omnipresentes. Concepto introducido por George Orwell en su novela política de ficción distopica 1984. [↩]