Estudio establece eventuales ubicaciones de centrales nucleares
Entre las características consideradas está el emplazamiento con acceso al agua del mar.
Silvia Véliz Poblete
(Diario Financiero – 22/03/2011)
En un estudio realizado por el académico Julio Vergara, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica y publicado por el Centro de Políticas Públicas de misma casa de estudios, se establecen posibles ubicaciones para futuras centrales nucleares en Chile.
El análisis señala que “los lugares exactos son materia de un estudio detallado, cuidando que no trascienda la selección para evitar especulación inmobiliaria e iniciativas ambientalistas de cambio de uso de suelo. Cada unidad de la central deberá tener correspondencia con el tamaño de la red, no superando el 10% de la capacidad de la red que alimenta para impedir que la salida abrupta de alguna implique cambios de frecuencia y afecte el sistema interconectado”.
Las ubicaciones consignadas están en la costa de Chile, entre la zona de Tocopilla y Antofagasta en el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING) y entre Copiapó y Lota en el Sistema Interconectado Central (SIC) (ver mapa). Uno de los requisitos es que estén ubicadas en lugares donde se pueda acceder a agua para refrigeración.
Características del lugar
El documento elaborado por Vergara consigna que la central debe emplazarse en lugares cuyos riesgos naturales como terremotos, maremotos, aludes o inundaciones son conocidos y neutros a los sistemas de seguridad de cada unidad.
A lo anterior se suma el que debe contar con cierta cercanía a centros de apoyo logístico y nodos de la red eléctrica, con acceso a agua de refrigeración (costa o ríos de caudal adecuado); y alejado de lugares sensibles, áreas protegidas o de interés patrimonial. Respecto de la distancia mínima a los lugares habitados, el análisis dice que “depende de la densidad poblacional, la geografía y las vías requeridas para una eventual evacuación. Usualmente bastará una distancia de 10 a 20 kilómetros”. El estudio sentencia que “la adopción de la tecnología nuclear es compleja y requiere cuidados, pero no es una empresa inalcanzable”.
Esto lo sustenta en que Chile es un país en vías de desarrollo y posee, aparte de la demanda energética, elementos de infraestructura que permiten acceder a esta tecnología. Como conclusión indica que “Chile debe mirar con detenimiento esta alternativa y realizar los pasos para convertirse en un usuario responsable. Lo que obtendrá a cambio es más energía eléctrica (y otros servicios) de bajo costo para facilitar el desarrollo económico del país, con autonomía y creciente independencia energética”.
Agrega que “los riesgos y problemas potenciales de esta tecnología (los desechos, la proliferación nuclear, los accidentes) son acotados, siempre que se cuente con un programa responsable, con proyectos bien desarrollados que incorporen tecnología de punta, sujeta a la fiscalización de instituciones dotadas de profesionales capacitados y responsables”.