La eficiencia hídrica como sustento de un plan Metropolitano de áreas verdes
El objeto de este artículo es relevar la importancia de una eficiente gestión de las aguas subterráneas, para la factibilidad de implementación de un plan metropolitano de áreas verdes para la Región Metropolitana de Santiago.
Según datos elaborados en el Proyecto Risk Habitat Megacity1 , existe un déficit de agua dulce en la RMS, ya que la disponibilidad de agua es de 2,9 k3/año, y la demanda fluctúa entre 3,21 – 4,41 k3/año, siendo el sector de la agricultura el que concentra mayormente su uso (2,2 – 3,4 k3/año). Por otra parte, el consumo promedio por persona (2006) es de 616 litros al día, lo que contrasta significativamente con cifras de países desarrollados que son más conscientes con la protección de este recurso (Alemania, 122 litros pp/día).
Si se planteara la meta de disminuir el consumo actual de agua en un 50%, es decir, llegar a cerca de 300 litros por persona al día, que sigue siendo más que el doble del consumo en países desarrollados, podríamos contar con mayor cantidad de agua dulce (1.896 millones de litros al día) para utilizarla, por ejemplo, en el riego de nuevas áreas verdes de carácter metropolitano.
Según una estimación realizada, existen en la RMS cerca de 12.000 hectáreas normadas como área verde, que no han sido materializadas. Si se considera un promedio de 400 árboles por hectárea, existe la oportunidad de plantar 4.800.000 árboles, cifra que se acerca a la meta de 6 millones planteada en el programa de gobierno del presidente Piñera. Si además, se estima que un árbol consume en promedio unos 11 litros de agua por día (cifra aproximada en base a datos de Madrid), bastarían 66 millones de litros de agua por día para mantener los árboles comprometidos (6 millones X 11 litros).
Como una forma de obtener esta rebaja en el consumo, y considerando las recomendaciones de UNESCO (( Pochat, Víctor. Adaptación a los cambios globales en las cuencas hidrográficas y sistemas de acuíferos. UNESCO, 2010 )) , resulta necesario concentrar esfuerzos en alguna de las medidas que se proponen a continuación:
1. Reestructurar la tenencia de los derechos de agua.
2. Estudiar el comportamiento de los acuíferos subterráneos, racionalizando la demanda y procurando su protección de agentes que puedan contaminarlos.
3. Establecer cuotas de consumo de agua por comuna.
4. Incentivar el uso de aguas tratadas para el riego de áreas verdes públicas.
5. Diseñar subsidios para la implementación de sistemas de tratamiento de aguas domiciliarias.
6. Implementar planes comunicacionales que sensibilicen a la población sobre la importancia de proteger el agua dulce, especialmente, en los grupos de mayores ingresos, quienes poseen consumos que incluso triplican el de los grupos más desposeídos.
7. Sensibilizar a las autoridades políticas de la región, para que lideren iniciativas de protección del agua y reformas en los marcos legales existentes.
8. Implementar en los nuevos proyectos inmobiliarios, sistemas de pavimentación que permitan la infiltración de las aguas subterráneas.
9. Mejoramiento del estándar en el tratamiento de aguas servidas (lodos de mejor calidad).
10. Aumento de la fiscalización de la autoridad sanitaria, para evitar el vertido de lodos sin tratar en cursos de agua.
11. Reforestación de la precordillera, evitando con ello la erosión y mejorando la capacidad de recarga del acuífero.
12. Desarrollar proyectos intercomunales de riego tecnologizado que puedan ser aplicados en las diferentes comunas y provincias de la región.
13. Premiar a los agricultores que desarrollen técnicas y prefieran cultivos que utilicen menor cantidad de agua.
14. Incorporar la temática del agua dentro del futuro Plan Regional de Ordenamiento Territorial (PROT).
Estas y otras medidas, sin duda permitirán reducir parte del consumo promedio por día, acercándonos con ello a las metas internacionales y por ende, contar con mayor disponibilidad de agua para nuevos usos como el riego de plazas y parques. No obstante, lo más importante es la sensibilización de todos los sectores de la población, respecto a la importancia de proteger el agua, ya que no es posible que se promueva el ahorro de unos, mientras otros la despilfarran. Esta conducta no sólo se refiere a las personas, que utilizan agua para piscinas y riego de jardines privados, sino también a las administraciones locales que gastan millones de litros de agua en el riego de extensas áreas de césped que no proporcionan grandes beneficios desde el punto de vista ambiental.
La premisa es incentivar un nuevo estándar de área verde, que privilegie la plantación de árboles de hoja perenne y de bajo consumo de agua, por sobre las explanadas duras (que obstaculizan la infiltración) o las canchas de golf; y que conjuntamente, permitan la realización de actividades recreativas y deportivas para la población que habita en sus alrededores.
- Krellenberg, Kerstin. Megaciudades y el cambio climático – el caso de agua: Riesgos y desafíos asociados. Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental – UFZ, 2010 [↩]