Todos vamos a ser discapacitados ¿Están las ciudades preparadas?
Son las tres de la tarde y voy conduciendo mi auto por una calle que desemboca en Apoquindo. Me detengo tras un vehículo municipal de carga que realiza algunas obras, mientras espero veo a una anciana que intenta cruzar la calle, sus lentos pasos no le permiten alcanzar la vereda opuesta antes de que el semáforo se torne rojo.
Para un adulto mayor desplazarse de un lugar a otro, por más pequeña que sea la distancia, significa un desafío sustancial que debe enfrentar a diario. El deterioro del cuerpo ya lo hace difícil, como para agregarle a la situación un importante grado de ignorancia sobre el tema. Pero esta realidad, que muchas veces vemos alejada, nos alcanzará irremediablemente en algún momento de nuestras vidas.
Entonces, si es un tema que nos afecta directamente a cada uno de nosotros, cabe preguntarse qué es lo que hacemos como sociedad para acoger a estos individuos. ¿Se desarrollan políticas al respecto? y como tema central de este post ¿Están las ciudades preparadas para recibir y acoger a este importante grupo de ciudadanos?
Por otro lado en Chile, una de cada ocho personas sufre de algún impedimento físico, según el Estudio Nacional sobre Discapacidad. Esto incluye ciegos, sordos, mudos, lesionados medulares, accidentes vasculares, problemas neurológicos y amputados, entre otros. Incluyendo estos casos los números ascienden a más de 2.000.000 de chilenos que tienen necesidades especiales para poder movilizarse y realizar su rutina diaria de forma independiente. Dicho sea de paso, dentro de estas cifras no se incluye a las mujeres embarazadas e inhabilitados temporales, como son los fracturados o recién operados por mencionar algunos.
Estos datos dejan en evidencia un tema bastante interesante, pero al ser examinado bajo el prisma de la planificación urbana resulta simplemente desconcertante. Nuestras ciudades carecen de las condiciones para acoger de forma adecuada a este gran porcentaje de la población. Las rampas parecen no ser una opción a la hora diseñar instalaciones de uso público (Subcentro), e incluso nuevas estructuras de varios pisos (Edificio Padre Hurtado, Municipio de Las Condes) no cuentan con ascensor. Para qué hablar de baños amplios en los que quepa una silla de ruedas. Así mismo, los estacionamientos preferenciales son casi inexistentes y si los hay no son respetados en lo absoluto.
Es momento para replantearse cuál es el rol de la ciudad y de sus planificadores con respecto a la diversidad física de sus ciudadanos, al final se trata de igualdad de oportunidades, todos merecemos disfrutar de la ciudad y es deber de cada uno reconocer y exigir ese derecho. Al final, las limitaciones físicas están a la vuelta de la esquina, nadie está libre de ellas.