La Pila del Ganso: del Louvre a Estación Central
Dicen que la figura del niño con la oca, similar a una que se exhibe en París, fue traída desde Lima por tropas chilenas, en la Guerra del Pacífico.
por Banjamín Blanco
(La Tercera – 13/04/2011)
Por casi tres décadas, la estatua de la Pila del Ganso le dio nombre a la estación de Metro ubicada en Alameda con General Velásquez. Sin embargo, hace seis años su rótulo fue cambiado a Padre Alberto Hurtado, por la cercanía del lugar con el Hogar de Cristo. A pesar de esta modificación, el rollizo infante no ha caído en el olvido.
La imagen es similar a la escultura El Niño de la Oca, de Boeto de Calcedonia, que se exhibe en el Museo del Louvre. Sin embargo, la versión chilena nunca ha tenido una procedencia clara, lo que ha generado varios mitos a su alrededor. A esto se suma una azarosa vida, que incluye un intento de robo y dos años de exilio en una bodega.
“Habría sido traída a Chile en 1883, después de la guerra con Perú, como trofeo. En esos años no estaba urbanizado el lugar, pero había varios fundos y en uno de ellos se colocó una pileta con la estatua”, cuenta Rodrigo Delgado, alcalde de Estación Central. Según el edil, la importancia de la Pila del Ganso provocó que el barrio adquiriese su nombre cuando este se construyó, en la década de los 40, y recalca que su intento de robo, en 1999, causó conmoción. “Un jardinero la encontró en una plaza cercana y durante dos años estuvo guardada en una bodega, hasta que se instaló en el frontis de la municipalidad”, dice.
Oscar Ríos, director de teoría e historia de la Escuela de Diseño de la UDP, comparte la idea de que fue traída desde Perú, pero recalca que es un modelo europeo y que se adhiere a la línea de estatuas ornamentales que abundan en el Viejo Continente. “Se habla de que es obra de un escultor griego. En el siglo XIX era común que aparecieran estas figuras en ciudades como Bruselas, donde está el Manneken Pis, un niño orinando”, explica.
Uno de los mitos sobre la Pila del Ganso es que la imagen es un homenaje a un niño atropellado por un carro de sangre a principios del siglo XX. “Eso es falso. Las estatuas son puntos de reunión dentro de una ciudad y, a diferencia de los monumentos, no tienen relación con la patria. Por eso, la gente comienza a generar historias y leyendas urbanas para justificar su presencia”, comenta Ríos.
Según la historiadora del arte Liisa Flora Voionmaa Tanner, autora del libro Escultura pública: Santiago 1742-2004, son pocos los antecedentes que confirman que la figura proviene desde Perú. “La estatua llegó a su actual ubicación cuando la zona era un espacio privado y no tiene características de ser un trofeo de guerra, como Los Leones de Providencia”, dice. “Cuando se construyó la Estación Central, Santiago mejoró su ornamentación, y eso pudo haber influenciado a que alguna familia trajera la imagen desde Europa”, finaliza.