¿Están las calles diseñadas para una emergencia?
En el último tiempo hemos sido testigos de bastantes incendios. Durante la semana pasada, en los cerros cercanos al sector de San Carlos de Apoquindo y durante el fin de semana en Puerto Varas, en Santiago y quizás en cuántas comunas más que no aparecen en los noticieros.
Al ver estos hechos y principalmente las imágenes cabe preguntarse ¿Cuán preparadas están nuestros barrios para una emergencia? o ¿Son realmente expeditas nuestras calles y veredas para el acceso de los servicios de emergencia? Sin duda, es fundamental el diálogo que debe existir entre los planificadores, los funcionarios de la ciudad y los servicios de emergencia, en el proceso de diseño urbano y conectividad que ayuden a reducir los tiempos de acceso.
Dando vueltas en internet y a propósito de este tema encontré un informe del CNU, donde Carl D. Wren escribe la idea trabajada entre el Congreso para el Nuevo Urbanismo, los jefes de bomberos de Estados Unidos y el programa de la Agencia de Protección Ambiental de Crecimiento Inteligente. Pueden ver el artículo completo aquí.
El paper propone que se puede mejorar la seguridad de una comunidad si se unen los esfuerzos entre los urbanistas y los jefes de los servicios de emergencia, reconciliando la relación que existe entre las calles estrechas y el acceso de los servicios, con el fin de asegurar los tiempos de respuesta ante cualquier contrariedad.
Dentro de los hechos básicos y claves que se proponen redefinir se encuentra el diseño de las principales vías públicas, los paseos peatonales y las velocidades máximas en el tráfico de vehículos, por un lado. Sin embargo, un factor clave a la hora de mejorar las condiciones de acceso en caso de eventualidades es el diseño y desarrollo inmobiliario privado.
Actualmente la expansión de los hogares y de las comunidades hacia el exterior juegan una mala pasada en el tiempo de respuesta de servicios como bomberos. Estas situaciones se grafican claramente en pasajes enrejados, sin salida o construcciones en altura desmedida. Un caso mítico son los cul- de- sac, calles cerradas y sin salida, ubicadas generalmente dentro de un condominio, como las que abundan en los barrios periféricos de Santiago.
La idea de vivir en un barrio más silencio, tranquilo y ‘seguro’, (ese debate se encuentra en columnas anteriores) a penas sostiene el argumento para diseñar barrios cerrados, pero a la hora de medir y cuantificar la accesibilidad de varios carros de bomberos, ambulancias más carabineros a estos sectores, por dar un ejemplo, termina desmoronándose.
Una medida sencilla y efectiva, pero que sin embargo se está dejando de lado es la construcción de barrios conectados, que mantengan salidas expeditas a las grandes avenidas, conectados con las estaciones de servicio cercanas así como la mejor calidad y diseño en la construcción de las edificaciones. Es evidente que existen medidas más profundas y técnicas, pero el sentido de este post es sólo no olvidar este tema.