El Congreso Nacional que no fue
[BICENTENARIO] Una historia digna de reflote para los 200 años de la sede legislativa es la del proyecto que lo instaló tras el Parque Almagro, en línea peatonal y vehicular directa con el Palacio de la Moneda. El Barrio Cívico, la más ambiciosa creación para realzar la institucionalidad el Estado, se concretó así sólo en parte y el precio lo pagó la sede no concretada, donde hoy funciona la Universidad Central.
(La Tercera – 04/07/11)
Por Pablo Marín
El Congreso Nacional instalado al final de calle Bulnes? La idea parece hoy ficcional, pero alguna vez iba muy en serio, amparada por una ley y una política reguladora con ese fin. Suponga el lector que entra a La Moneda, por Moneda, atraviesa el Patio de los Naranjos, sale por la puerta sur y se pone a caminar en línea recta por Bulnes, flanqueado a poco andar por una flamante avenida de edificios públicos y habitacionales, estrictos en su definición, continuos en su fachada y en su altura, no superior a los ocho pisos, además de homogéneos en su coronación. E imagine que, tras la caminata, llega al Parque Almagro y, ahí mismo, a las puertas del Parlamento.
El “eje Bulnes” estiraba los límites céntricos y se convertía, adicionalmente, en entrada a Santiago desde el sur. Así lo contempló en los años 30 el primer plan regulador del ambicioso proyecto de Barrio Cívico. Y así se contempló por décadas, hasta recibir el tiro de gracia con la instalación del “Altar de la Patria” (1982), que anuló la perspectiva visual y trabó el paso hacia el sur. El terreno sería finalmente enajenado y a partir de 1998 funcionan allí amplias dependencias de la Universidad Central. Pudo ser, pero no.
La idea no era nueva para nada, pero sólo la idea de ciudad orgánica y científicamente planeada por el vienés Karl Brunner convenció a las autoridades chilenas de aprobar, en 1934, un plan de regulación. Un plan maestro que definiera directrices básicas y que estructurara la propia imagen del centro de la ciudad.
De ahí saldrían las notables diagonales que hasta hoy atraviesan pasajes y galerías céntricas. También la concreción de un “Barrio Cívico”. Fue “el primer antecedente de la concepción de ciudad como un todo”, según el arquitecto Marcial Echenique. Y, dado los altibajos de su historia, “la versión más dramática de la ordenanza Brunner”.
Por Ley 4828 del 15/2/1930, en el primer gobierno de Ibáñez, se había autorizado un Barrio Cívico, cuya materialización -previas expropiaciones millonarias- comprendía las calles Agustinas (N), Alonso Ovalle (S), Teatinos y Nataniel (P), y Morandé y Gálvez, actual Zenteno (O).
Fue Brunner a quien se encarga componer un proyecto “definitivo” de Barrio Cívico, enfatizando con este fin la escala de magnificencia y sosteniendo la centralidad de La Moneda. El proyecto contempla la apertura de una avenida, entre Nataniel y Gálvez, que se extenderá por los 700 metros que separan Alameda de Plaza Almagro, que a su vez se transformará en parque.
Asimismo, recuerda el urbanista y docente de la U. de Chile Alberto Gurovich, el proyecto “estipula la posición de un volumen dominante edificado sobre el costado sur de la Plaza Almagro, como remate de la avenida, que entonces se trata del nuevo Conservatorio de Música, no obstante la propuesta deseable continúa siendo la del traslado del Congreso Nacional a ese lugar”.
La construcción de la nueva avenida se enfrentó en principio al severo escenario de una crisis económica, en medio de la cual opositores al segundo gobierno de Alessandri Palma atribuían el proyecto gubernamental en concretarlo a un capricho de su ministro de Hacienda, Gustavo Ross. El caso es que el diseño se fue haciendo realidad con tropiezos.
La “línea directa” entre Ejecutivo y Legislativo, sin embargo, sigue viva al aprobar el MOP el trazado definitivo del proyecto, en 1945. El mismo año una revista arquitectónica local replicaba los planos de la nueva avenida, explicitando la existencia en ellos de un “Nuevo Parlamento”.
Pero la iniciativa no tuvo piso político. En 1969 se anunciaban incluso, en el mismo lugar, las nuevas dependencias del Ministerio de Educación: un ancho edificio de tres pisos que permitiría la circulación peatonal hacia el sur. La administración Frei Montalva lo apoyó, pero la siguiente no.
A inicios de los 80, el arquitecto Cristián Undurraga ganó una licitación para intervenir el Barrio Cívico. Para entonces, cuenta hoy, ya se había eliminado la posibilidad de instalar el Congreso como remate del eje Bulnes. “Fue en esos años, agrega, que se vendieron los terrenos del Estado a privados. Una tremenda e irreparable torpeza urbana y política”.