Reconstruyen plano de la ciudad de Santiago de 1890
La idea es conocer en detalle cómo eran las calles y el espacio público de esa época.
(La Tercera – 08/07/11)
Por Darío Zambra
Eran los años en que había árboles plantados en medio de las avenidas de Santiago. Algunos lucían un follaje más frondoso que otros, pero no representaban un problema para nadie. Eran esquivados fácilmente por los “carros de sangre”, como algunos capitalinos llamaban a las carretas tiradas por caballos y que en esa época eran uno de los principales medios de transporte de la ciudad. Circulaban por vías que estaban hechas de adoquines y, en algunos casos, de barro apisonado.
Así lucían más o menos las calles de la capital a fines del siglo XIX. Pero los testimonios fidedignos de cómo era el espacio público de aquella época son escasos. Por eso, un grupo de investigadores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica está elaborando un plano sobre las calles del Santiago de 1890. El proyecto es financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico y es una investigación en conjunto con la Municipalidad de Santiago, que es propietaria del material con que se realizará el plano.
Cómo eran las veredas, cuánto medían, con qué materiales se construyeron, qué tipo de árboles eran los que predominaban en las aceras, por dónde pasaban los ferrocarriles y qué calles eran atravesadas por acequias, son parte de la información que arrojará esta cartografía inédita. “Queremos entender cómo era el espacio público de Santiago, el que había desde la fachada de las casas hacia afuera”, explica Wren Strabucchi, uno de los arquitectos del grupo que también integran Magdalena Vicuña, José Rosas y Germán Hidalgo.
Alameda más peatonal
En 1890, la Municipalidad de Santiago le hizo un encargo al ingeniero Alejandro Bertrand: hacer un levantamiento de todas las arterias de la ciudad. En ese entonces, estaba limitada al norte por el río Mapocho, al sur por el Zanjón de la Aguada, al oriente por Vicuña Mackenna y al poniente por Matucana. Incorporó también parte del sector de La Chimba.
Bertrand las dibujó minuciosamente y cada una de las calles tuvo su registro. Algunos son muy extensos, como el de la Alameda, cuyos rollos miden más de 40 metros de largo. Todo ese material se conserva en buen estado en los archivos de la Dirección de Obras del municipio y son el principal insumo para la reconstrucción de este plano. También utilizarán fotografías de esa época, que provienen de diversas fuentes.
Los arquitectos ya comenzaron a trabajar y tendrán listo el plano dentro de tres años. De todos modos, con el material que tienen ya se han hecho una idea general de cómo eran las calles de la capital a fines del siglo XIX.
“En esa época era más regular en su trazado y eso se ha ido perdiendo, sobre todo en el centro. Además, las vías eran más angostas. Con el tiempo se han ido ensanchando”, describe Hidalgo.
La Alameda es una de las arterias que más ha cambiado. Pese a que cuando Bertrand hizo el levantamiento ya habían desaparecido los álamos que dieron origen a su nombre, todavía tenía gran parte de su superficie plantada con árboles. Según Strabucchi, “era mucho más peatonal y no había necesidad de distinguir cuál era la vereda y cuál la calle. Entonces era mucho más alameda. En todo caso, todas las calles tenían más bien una condición de plaza, con un carácter más peatonal”.
Además, antes de que Santiago tuviera alcantarillado y agua potable, por esa arteria principal corría una acequia, al igual que por varias otras zonas. “Esos son cambios muy fuertes en la imagen de la ciudad y en cómo vivirla”, remata Hidalgo.