La ciudad en el cine: V for Vendetta, 2006
Ya que están en boga las movilizaciones sociales multitudinarias, la ocupación ciudadana y demandante del espacio público y la adhesión de estos movimientos por muchos grupos de distintos sectores, esta semana presentamos una película que termina, precisamente, con una gran multitud reunida en un importante hito urbano, en la ciudad de Londres.
La película de V de Vendetta está basada en la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd; creada en los años 80, la historia se ambienta en un futuro no tan distante, fines de los años 90, en el que la fisionomía de la ciudad no ha cambiado mucho (no vemos autos voladores), pero sí lo ha hecho el panorama político.
Un gobierno totalitario, un héroe enmascarado y una continuadora del legado. Estos últimos, a pesar de todos los pronósticos adversos, y de la mano de hierro que pesa sobre ellos, finalmente logran movilizar a las masas de ciudadanos descontentos para provocar un cambio.
A pesar de que en la adaptación cinematográfica han habido críticas en cuanto a la omisión de una postura política marcadamente anarquista en el personaje de V, tal vez él sea uno de los héroes más carismáticos del cine norteamericano del último tiempo, con su porte de caballero, su gusto por la música y su intrincada psicología e inteligencia. Lo admiramos a veces, y otras lo odiamos, por torturar a la bella Evey (Natalie Portman). Ella y el proceso al que es sometida simboliza tal vez, de manera mucho más gráfica, descarnada y violenta, el cambio de mentalidad que sucede a nivel social, cuando V realiza el llamado a la emancipación de los ciudadanos de Londres (y, tal vez, del mundo).
Como parte de un legado histórico, el propósito de V y el cierre de la película concreta un anhelo anarquista que ya se había expresado en 1605, cuando Guy Fawkes había intentado volar el edificio del Parlamento inglés para acabar con la persecución religiosa. En conmemoración a ese acto, en la cinta se planea el golpe para el 5 de noviembre, fecha en que el personaje histórico confesó su propósito.
El argumento de la película se desarrolla, según la historia original, después de una guerra nuclear, pero en vez de devastación vemos una Londres físicamente similar al presente. Sin embargo, el contexto político del filme imprime ciertas características a la vida cotidiana: es una ciudad en la que se teme persecución, en la que se debe hablar bajo, una ciudad vigilada. Y por lo mismo, si existe la vigilancia también existe la clandestinidad, los lugares secretos, escondidos y clausurados, las mazmorras de la vida civil, en la que los disidentes pueden ejercer el libre pensamiento ocultos.
Los lugares públicos llevan el peso de la regulación oficial, y cuando vemos sitios abiertos y de reunión están siempre cercados por las fuerzas del orden, que procuran la seguridad del régimen. Es recién en la secuencia triunfal de la película, cuando la disidencia incipiente logra finalmente volar el edificio representativo del poder opresor, el Palacio de Westminster, y además la voluntad ciudadana se expresa, a través de la reunión en un horario vedado, cuando la figura de poder cae y cede.
En este sentido, en la realidad urbana se expresan ese momento dos cambios. Se derriba materialmente el símbolo del poder, pero antes de eso ya existe un impulso de desobedecer a la autoridad, que opera en la mentalidad de las personas, de los ocupantes de ese espacio público, que tal vez es tanto o más importante como la concreción del atentado explosivo contra el edificio del Parlamento.
Revisa la ficha completa de la película en Imdb.com