Parque Cultural Valparaíso a tres meses del estreno: Obra, Cultura y Gestión pública
Colaboración periodística. Jessica Martínez.
Video Plataforma Urbana PCV obtenido el 15 de julio de 2011 por Alberto Texidó. Agradecimientos DA MOP Valparaíso, Juan Carlos García Director DA MOP Valparaíso.
En abril del año 2000, la Seremi de Bienes Nacionales abrió la ex cárcel de Valparaíso para que fuese ocupada para talleres y manifestaciones artísticas, terminando con un siglo y medio de claustro y abandono. Bastante ha ocurrido desde entonces, hubo desalojos por la fuerza e incluso se barajó un polémico proyecto de total renovación propuesto y donado por el renombrado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que fue ampliamente discutido por varios sectores, debate que quedó registrado en Plataforma Urbana.
Desechada aquella primera idea de intervención, la Dirección de Arquitectura del MOP tomó la iniciativa y llamó a Concurso Público de Arquitectura, determinando un proyecto ganador desarrollado por los Arquitectos Holmes, Labbé, Portugueis y Spichiger, en el que hoy se trabaja ya en los preparativos finales. Las cuatro secciones del nuevo Parque Cultural Valparaíso, dedicadas a la capacitación, a la difusión cultural, el patrimonio y la administración se espera finalicen obras en un plazo de tres meses, antes de finalizar el 2011. Considerando que Valparaíso dispondrá de instalaciones públicas nunca antes vistas para la actividad cultural, cabe preguntar después de once años de trabajos preliminares, ¿Cuáles son los desafíos para una ciudad que provoca esta reconversión generando considerable superficie de nuevo equipamiento público?
La propuesta ganadora para el lugar contempla una inversión final de cerca de 9 mil millones de pesos, convirtiendo al Parque Cultural de la Ex-Cárcel en el segundo centro cultural de mayor envergadura del país, después del GAM de Santiago. Cómo hemos dicho, las obras de recuperación, construcción y habilitación de espacios de dividieron en cuatro módulos, que conformarán el complejo: un edificio de difusión de cuatro plantas y cubierta pública conectada a la calle superior -calle cárcel-, el polvorín reforzado estructuralmente, un edificio de formación reciclado, que corresponde a la ex galería de reos, y un edificio de la administración en el antiguo pórtico de acceso. De la estructura original se conservan algunos muros perimetrales, el mismo polvorín, el pórtico y la galería de reos, aún pudiéndose apreciar los rayados sobre los muros interiores originales.
En una interesantísima adaptación a la topografía existente, la gran sede cultural incluirá zonas de paseo, un anfiteatro para 350 personas, una biblioteca, cafeterías, sala de exposiciones y el antiguo patio de los reos se convertirá en una plaza, con áreas verdes y de esparcimiento al aire libre, incluyendo un huerto comunitario y el uso de energía solar como aporte al sistema sanitario. Además se analiza que la administración subsidie un sistema de transporte que facilite la llegada y salida de visitantes y usuarios hacia el plan de la ciudad, mejorando indirectamente con ello toda la conectividad del entorno.
La Autoridad, por su parte se encuentra definiéndo el esquema de gestión y administración del edificio. Valparaíso obtendrá un equipamiento de primera calidad para albergar y fomentar las actividades culturales propias de la ciudad, dando un paso importante a la descentralización. No obstante, pueden plantearse tres claves que al ser definidas potenciarán su correcta operación y durabilidad en el tiempo:
Primero, tal como lo han hecho el GAM, el CCPM, Museo de La Memoria o Matucana 100, un desafío para el esquema de gestión que inicie operaciones, que sea capaz de incorporar a las organizaciones locales pre-existentes y nuevas que surjan desde estos nuevos espacios, para la maximización de usos, espacios y recursos en el tiempo.
Segundo, que los porteños y visitantes puedan sumarse a las actividades, permitiendo la expresión creativa de su propia cultura, instalando en Valparaíso una nueva línea de desarrollo junto a la creciente oferta universitaria y turística. Siendo que antes de estas obras existían reconocidas actividades locales vinculadas a la música, el teatro, la pintura, la escultura, el circo o la danza, surge la responsabilidad para sus nuevos beneficiarios de fomentar y llenar el PCV con más y nuevas actividades, aprovechando el -deseamos breve- superávit de espacio que ocurra los primeros meses luego de la inauguración formal.
Finalmente, un desafío para la obra pública abierta, con bordes y cubiertas permeables al entorno, donde el cuidado de las instalaciones pretende marcar el inicio de un nuevo vínculo entre la ciudadanía y la Autoridad. Esperemos que las rejas perimetrales y las casetas de guardia no aparescan tan pronto, sino que su ausencia sea la señal del aprecio ciudadano hacia la obra nueva y de todos, que materializó un deseo y una actividad tan propia del patrimonio intangible porteño.