Construir capacidades, no tan solo viviendas
Escrito por: Marisol García, Arquitecta Universidad Católica de Chile y MSc Unidad Desarrollo y Planificación University College London. Investigadora Programa Internacional Building and Social Housing Foundation. Directora de Gestión Vivienda.
Las organizaciones comunitarias a lo largo del mundo están cumpliendo un rol clave en el acceso a una vivienda digna y en el desarrollo de sus propios barrios. Iniciativas que apuntan al desarrollo de las capacidades locales entregando herramientas para que sean los mismos habitantes los que lideren sus propios procesos de vivienda han demostrado ser exitosas.
Lo anterior no es algo que no se haya dicho. Ya en los 70 John Turner expresaba que para solucionar el problema de la vivienda los pobladores debían tener el control de las decisiones; argumentando que de tal manera los resultados son mejores y más eficientes que los obtenidos a partir de soluciones administradas centralizadamente por el gobierno u otorgadas por grandes corporaciones. Esta idea, tomada por algunos como el pilar de proyectos que promovieron la autoconstrucción, apuntaba a un concepto más amplio y profundo que aquel: al rol activo que las comunidades deben tener en la toma de decisiones y a la importancia no sólo del producto sino del proceso de vivienda.
Hoy este punto de vista parece ser profundamente relevante. La magnitud de los daños ocasionados por desastres naturales como los que presenciamos luego del 27 de febrero, la escala de las necesidades de vivienda generadas por el crecimiento de la población en el mundo, así como también la rapidez de estos cambios –por nombrar algunas razones- requieren de opciones múltiples y adaptables que puedan alcanzar la escala del problema. Es más, la posibilidad de abrir oportunidades para que sean los mismos habitantes los que tomen las decisiones puede no sólo ayudar a aumentar el número de soluciones requeridas, sino también a obtener resultados más acordes a sus propias necesidades. El proceso de acceso a la vivienda que considera el empoderamiento y el desarrollo social de las comunidades tiene el potencial de producir un desarrollo más sustentable en el tiempo.
Un claro ejemplo de este modelo es el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial, iniciado por el Gobierno del Distrito Federal de Ciudad de México en el 2007. Para acceder a este programa organizaciones comunitarias postulan proyectos para el desarrollo de sus barrios, siendo estas mismas las que deciden cómo administrarlos, ejecutarlos y construirlos. Como parte integral del programa, los líderes comunitarios elegidos democráticamente reciben capacitación en gestión y administración de modo de adquirir las herramientas necesarias para hacerse cargo de los proyectos. Los recursos son traspasados directamente a las comunidades, las que velan por el uso correcto de estos. El número de propuestas recibidas así como también el de proyectos implementados ha aumentado desde sus inicios. Para el 2012 esperan completar más de 1100 proyectos.
Tanto organizaciones de la sociedad civil que luchan por el derecho y acceso a una vivienda digna como programas gubernamentales que incluyen metodologías de presupuesto y desarrollo urbano participativo, demuestran que existen alternativas a la provisión de viviendas meramente como producto. La inclusión de las comunidades en la toma de decisiones y el desarrollo de capacidades locales, cumplen un rol crucial en el éxito que puedan tener estas iniciativas.