Río Mapocho y Costanera Sur: potenciar la competitividad o destruir el patrimonio geográfico
Por Carolina Katz. Arquitecto y profesora UC. Master en Ingenería Ecole Nationale des Ponts et Chausées, París.
Hoy en día, la globalización ha desatado lo que conocemos como competitividad entre ciudades. En resumidas cuentas, se trata de la búsqueda de atractivos para la ciudad, que ayuden a captar los capitales de inversión. Las diferentes metrópolis mundiales invierten entonces en su imagen para posicionarse en el contexto global. Esta imagen se construye en base a un contexto político, económico y financiero favorable y, a recursos humanos, tecnológicos, de infraestructura de servicios competitivos y de calidad de vida.
Santiago posee un gran patrimonio geográfico con importantes atributos naturales. La Cordillera y el río Mapocho, autores de la fisonomía del valle, son los elementos paisajísticos que tenemos que potenciar para situar nuestra capital competitivamente a nivel regional. Sin embargo hoy, las decisiones vinculadas a la generación de infraestructuras están poniendo en peligro estos grandes valores. Si la futura Costanera Sur no es cuidadosa y sensible en su diseño, será una amenaza destructiva para la ciudad y sus paisajes.
En lo que se refiere a los atractivos urbanos, que se enmarcan en la calidad de vida, las ciudades de hoy se preocupan más y más por ofrecer un paisaje urbano cultural agradable para sus habitantes. Es así como en los 90, Bilbao, una ciudad española poco conocida en ese entonces, le pide al Arquitecto Frank Gehry construir un museo que logre llamar la atención de todo el resto del mundo. En esta misma línea, París, Londres y Berlín, las grandes capitales de Europa, tampoco se quedan de brazos cruzados con el gran patrimonio que ya poseen, al contrario están en permanente ejercicio para mejorar sus condiciones de vida y atractivos. Esta búsqueda permanente de mejores estándares para las ciudades, se ha centrado en los últimos años sobre todo en la preocupación por ofrecer una imagen distinta, algo que otras metrópolis no tengan, como por ejemplo una vida cultural interesante con nuevos museos, teatros y espectáculos y/o un ámbito agradable de paseos y esparcimiento al aire libre. Muchas urbes americanas y europeas, han recuperado sus riberas fluviales y marítimas, alguna vez olvidadas bajo el progreso de las autopistas, para otorgar áreas verdes, paseos y recreación a sus habitantes y visitantes.
Cabe preguntarse qué puede ofrece Santiago de distinto, de único y atractivo. Primero que todo, debemos darnos cuenta que nuestra ciudad cuenta con un clima muy agradable que nos permite disfrutar de los exteriores la mayor parte del año. Segundo debemos ver, valorar y sacarle provecho a ese enorme patrimonio geográfico que nos rodea. Ahí está nuestro paisaje clamando por ser escuchado, con su imponente cordillera y los paseos que ofrece a escasos kilómetros, no sólo para los amantes de los deportes de invierno sino también para los ciclistas, los caminantes, para todos. Y, ahí está también nuestro río Mapocho con su paisaje de torrente, de grandes rocas, álamos y dedales de oro que nunca hemos querido, que siempre hemos destruido. Este torrente y la cordillera que nos permite ver, es nuestro patrimonio y así debemos entenderlo. Tenemos que saber acercarnos a él y aprovecharlo, gracias a nuestro buen clima, para crear espacios atractivos de esparcimiento y recreación.
Pero hoy, lamentablemente, las decisiones en pos de la dotación de infraestructura inadecuada, nos alejan de poder disfrutar de este patrimonio geográfico. No quiere decir con esto que no debamos invertir también en infraestructura, pero no hagamos que todo lo que se logra con un avance anule las otras posibilidades. A causa del diseño poco acertado de la carretera Costanera Norte, ya no podemos acceder al río ni menos pretender tener espacios de recreación en sus riberas, desde todo el largo del borde norte de la ciudad. El lado sur, la posibilidad que nos va quedando para utilizar el río y sus riberas, está hoy amenazado por un equivocado diseño de la Costanera Sur. Con justa preocupación, el arquitecto Teodoro Fernández tuvo que construir el parque Bicentenario alejado del río, sin posibilidades de alcanzar ni ver su borde. Porque tenía que protegerse de la posibilidad de una Costanera Sur que en su diseño de vía “expedita” e intercomunal sólo va perturbar la tranquilidad de la magnífica área verde que creó.
Es terrible darse cuenta que hoy tal como están las cosas, la Costanera Sur es, al igual que la Costanera Norte, una amenaza destructiva para la ciudad y sus paisajes. Si su diseño no es el adecuado a una vía urbana tranquila de paseo, nos volverá a aislar del gran recurso de paisaje y recreación que tenemos, el Mapocho, anulando para siempre, la posibilidad de transformarlo en un atractivo de competitividad de nuestra capital con respecto a otras.
Debemos entender, que al diseñar la Costanera Sur hay que ser no sólo cuidadosos sino también astutos. Veamos lo que tenemos, saquémosle partido y no volvamos a desmejorar nuestra ciudad. A todos nos conviene.