El complejo camino en torno al desarrollo de las energías renovables no convencionales en Chile
El futuro energético de Chile es un foco de importante debate en el ámbito ciudadano, político, presupuestario y económico del país. Durante el último año hemos sido testigos de una creciente preocupación por los daños y riesgos medioambientales de los que derivan ciertas propuestas de desarrollo energético. Por otro lado, no existe actualmente consenso en relación a la política energética que podría asegurar los menores costos en términos ambientales, y las mayores seguridades en cuanto al suministro de esa energía.
¿Por qué es tan importante la discusión sobre el recurso energético renovable no convencional, en el desarrollo de la matriz energética de Chile?
Hace algunos días se publicó en el Diario Financiero, la noticia de que se considerará la importante disminución de un 26% en el presupuesto necesario para producir energías limpias en el país. De manera contrapuesta, en mayo de este año, un Estudio de Bloomberg reveló que las energías renovables ya son económicamente competitivas en Chile en miras hacia un desarrollo para el año 2020. ¿Qué camino se está tomando en torno al desarrollo de las energías renovables no convencionales en Chile?
El estudio referido, encomendado a a Bloomberg New Energy Finance (BNEF) por parte del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC), concluyó que las opciones energéticas utilizadas actualmente en nuestro país, no son necesariamente las más indicadas como para asegurar un desarrollo energético sustentable a largo plazo.
Por otro lado, las opciones de fuentes energéticas principales para Chile hasta el momento han sido bastante claras: desarrollo de energías basadas en combustibles fósiles y desarrollo de proyectos hidroeléctricos. Si bien la energía hidroeléctrica proviene de fuentes renovables, en debate actual prima el argumento sobre el impacto medioambiental producido, mientras que a favor se define la factibilidad de provisión de este recurso energético, eficiencia y bajos costos. Por otro lado, además de la hidroeléctrica, se ha generado debate sobre la posibilidad de un desarrollo de energía nuclear en Chile, lo que afortunadamente ha sido desestimado en el último tiempo, luego del terremoto en Japón, que alertó sobre los riesgos de esta energía.
En este sentido, los esfuerzos tanto a nivel político como técnico, debieran estar enfocados en el estudio y potenciación de nuevas alternativas energéticas, que no necesariamente sean estimadas como complementarias en un bajo porcentaje, sino que se potencien como competidoras dentro del mercado de las energías limpias. Hoy las posibilidades son amplias considerando la oferta de tipos de desarrollo energético como la biomasa, el biogás, energía eólica terrestre, geotérmica y la energía mareomotriz.
El estudio de Bloomberg indica que para el 2020, los costos de producción de energía eólica serán más competitivos, al igual que los usos domésticos de energía fotovoltaica y termosolar. Al mismo tiempo indica que para el 2030, las energías renovables podrían ser más rentables que las actuales alternativas energéticas.
Sin embargo, y en un ámbito un poco más alejado de los números, las decisiones en relación a la política pública de desarrollo energético y sustentable para el país, aún no están del todo claros. Si bien se ha avanzado en cuanto a la institucionalidad medioambiental, ésta hoy no es suficiente como para abordar un cambio tan profundo para el país en los términos que el desarrollo sustentable amerita. El desarrollo sustentable, al igual que la utilización de energías renovables, es un desafío que implica un cambio no sólo en el ámbito ambiental, sino que además en las demás esferas de toma de decisiones; la política pública de todos los sectores debe estar alineada con el mismo propósito.
Tal vez es poco probable que dentro del contexto neoliberal actual, haya un cambio mientras no se comprueben los beneficios económicos asociados a éstos, ya sea por las deficiencias de los mercados, como por las voluntades de los responsables. Sin embargo, la rentabilidad asociada a nuevos sistemas de desarrollo puede ser una ventana abierta a nuevas prácticas y por consiguiente, a una reevaluación de las políticas energéticas que queremos generar a largo plazo.