Carta de la semana: “Rescatar la estética urbana”
En nuestro país, la contaminación visual es un tema bastante poco normado.
Hace cuatro años un proyecto de ley fue ingresado al Congreso hace cuatro años para fomentar el soterramiento del cableado mediante un marco normativo que obligue a las empresas que usan cables a construir redes subterráneas. Sin embargo no ha pasado mucho en torno al tema.
Según una noticia, recientemente publicada, el mayor obstáculo para el soterramiento de cables serían altos costos: enterrar el tendido eléctrico de todo el país costaría US$ 35 mil millones. Para tener un parangón, según el alcalde Zalaquett, hacer esto en la comuna de Santiago equivaldría al presupuesto municipal de todo un año.
Además numerosas son las cartas enviadas a los diarios sobre el poco control existente que hace que muchas de nuestras ciudades estén plagadas de carteles publicitarios.
Sobre esta problemática trata la carta de Miguel Letelier Valdés enviada al diario El Mercurio
Señor Director:
Es loable que el editorial de El Mercurio (martes 24 de enero) haya recogido la preocupación que existe sobre el lamentable estado de la visión estética de nuestras ciudades y pueblos, derivados sobre todo de la infinita proliferación de letreros, de todas las formas, colores y materiales posibles, muchos de ellos escritos a mano con groseras faltas de ortografía, colgados sobre postes y árboles. A esto se suma la maraña de cables que oscurecen el cielo, afean el paisaje y empobrecen el entorno cultural.
En el primer caso, no hay ningún pueblo o zona rural que se libre de esta verdadera plaga, donde todos venden de todo y lo anuncian sobre los caminos y rutas. Pareciera que todo es una gigantesca y ordinaria feria persa. En cuanto a la cablería, se llega a extremos increíbles en ciudades tan hermosas como Frutillar, Puerto Varas, o Puerto Montt, donde las marañas colgando de los postes denotan una falta de sentido estético inaceptable en un país con el nivel de desarrollo turístico de Chile. Un gran paso en la presentación del país y de reivindicar su dignidad, sería terminar con estas prácticas de atraso, barbarie y mal gusto.
Peor aún es el hecho de existir un proyecto de ley, como sostiene “El Mercurio”, que pretende soterrar los cables y que duerme en el Congreso por varios años.
Miguel Letelier Valdés